La mafia corsa se sienta en el banquillo, 13 años después del asesinato que sacudió la isla
Fue el asesinato que hizo temblar la isla de Córcega: el abogado y militante de la causa nacionalista Antoine Sollacaro murió acribillado con nueve balas -cinco de ellas en la cabeza- cuando paraba su Porsche Carrera en una gasolinera de Les Sanguinaires. Dos hombres, a bordo de una moto BMW 1200 GS, fueron los autores del mortal tiroteo, ocurrido en pleno fragor de la guerra entre las bandas de la mafia corsa.
Trece años después, uno de los principales sospechosos se sienta finalmente en el banquillo como presunto autor de la muerte de Sollacaro. André Bachiolelli, miembro ilustre de la banda Le Petit Bar, comparece desde el pasado lunes ante un tribunal en Ajaccio. El caso del presunto autor intelectual del asesinato, Jacques Santoni, ha sido aplazado por "razones médicas", y un tercer implicado, Mickaël Ettori, será juzgado "en ausencia".
La vista se prolongará durante seis semanas en un clima de máxima tensión en Córcega, considerada como el lugar más violento no sólo de Francia sino de Europa Occidental, con 18 homicidios y 16 intentos de asesinato en el 2024, para una población de apenas 350.000 habitantes. El 2025 avanza con la misma y preocupante tendencia: siete homicidios en los seis primeros meses y una oleada de incendios provocados que hizo salir a la gente a la calle con grandes pancartas y a los gritos en corso: "A maffia tomba, U silenziu dino" ("La mafia mata, el silencio también").
El año pasado se registró en la isla un récord de "daños a la propiedad", con 2.932 incidentes, muchos de ellos -como la quema de barcos- relacionados con la extorsión mafiosa. La isla tiene, además, un problema endémico: las 120.000 armas que circulan entre sus habitantes, una proporción comparable a la de muchos estados norteamericanos.
Los recientes episodios de violencia llegaron a tal extremo que el ministro de Justicia, Gérald Darmanin, viajó a la isla este verano para convocar a todos los agentes políticos y sociales y anunciar medidas de urgencia. La Asamblea Regional aprobó la semana pasada la creación de una comisión anti-mafia, integrada por 17 magistrados especializados en la lucha contra el crimen organizado.
"Tenemos que acabar con este mal que corroe la isla", declaró Darmanin a su paso por Ajaccio. "Hay que poner fin a esta sucesión de incendios provocados, extorsiones, chantaje y homicidios. Hay que juzgar en Córcega y dejar claro que el Estado no tiene miedo".
El juicio por el asesinato de Antoine Sollacaro se interpreta como la ofensiva moral y política contra la mafia tras trece años de omertà. "Cuando asesinas a un abogado, estás atacando a todos los valores que sustentan la justicia", ha recalcado estos días el fiscal Xavier Bonhome.
Los vínculos de Sollacaro con el nacionalismo corso le dan también al juicio un alcance sin precedentes. El presidente del Gobierno de Córcega, el "autonomista" Gilles Simeoni, al frente de Femu a Corsica, ha alzado también su voz contra "la violencia multifacética que está devastando nuestra isla y amenaza con llevarse a nuestros hijos".
"Creo que las personas que mataron a mi padre querían crear el terror atacando a una persona intocable e irreprochable", declara a Le Figaro Anna Maria Sollacaro, hija del abogado asesinato. Su viuda, Jeannine Farioli-Sollacaro, ha expresado su esperanza en en un sentencia ejemplar: "No quiero que este juicio sea una mascarada".
"El tiempo de la justicia ha llegado finalmente a Córcega", advirtió por su parte el abogado Philippe Soussi, en representación de las asociaciones civiles. "Esta es la audiencia más esperada en nuestra reciente historia. Si prevalece el Estado, servirá para poner de rodillas a los clanes de la mafia en la isla".
Se estima que una veintena de familias se reparten en el control del territorio en los 8.700 kilómetros cuadrados de Córcega. Brise de Mer (Brisa de Mar) da nombre a la "alianza" del norte, mientras que Le Petit Bar (Pequeño Bar) extiende sus raíces por la mitad sur, incluida la capital Ajaccio. La actividad de banda Venzolasca es también muy notoria en el norte, sin olvidar la influencia histórica de la mafia corsa de Marsella.
"Nadie puede emprender, invertir, trabajar y vivir serenamente en la isla", denunció recientemente el empresario Jean-François Mei, que vio arder su barco, el Popeye, en un incendio provocado a comienzos de 2025. "Ha llegado la hora de atacar este problema de frente. Hasta ahora no hemos podido defendernos, sólo hemos podido sufrir".
Los paralelismos con Sicilia y los asesinatos de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino son muy patentes. Inspirada por el programa Progetto Legalità en la isla italiana, la doctora Josette Dall'Ava-Santucci ha impulsado en Córcega el colectivo Maffia No', a vita lè, que convocó las manifestaciones anti-mafia este año junto a la asociación Massimu Susini.
"La mafia es un tema tabú en las familias", advierte Dall'Ava-Santucci. "Y es muy importante que los niños entiendan lo que está pasando. En los últimos 18 años ha habido 200 asesinatos relacionados con la mafia, y eso hace pensar que hay uno 400 niños cuyos padres han sido asesinados. Es toda una generación la que necesita verbalizar ese dolor y lograr que cambie la actitud de la población hacia el crimen organizado".