Los rusos avanzan hacia Dnipro y Ucrania evacua su historia
El primer Baba evacuado del frente bélico llegó al Museo Arqueológico de Dnipro en febrero del año pasado. Procedía de Velyka Novosilka. A finales de ese mismo año ese mismo operativo hubiese sido ya imposible. Los rusos capturaron la aldea de Donetsk en enero del presente año.
"Fue un militar de la Brigada Territorial de Defensa 123. Vio la estatua en un jardín de la aldea y me lo contó. Por casualidad hablé con una amiga polaca y me contó que ella también había visto en esa misma zona otras figuras. Al final, entre febrero y marzo, conseguimos rescatar tres", recuerda Yuriy Fanygin mientras el vehículo se dirige hacia la aldea de la provincia de Dnipropetrovsk.
Aquella operación, lo mismo que la subsiguiente, se realizó bajo la amenaza persistente de los drones rusos y el fuego de la artillería. "Tuvimos que esconder el camión al inicio de la aldea. Sólo pudo acercarse cuando ya habíamos arrancado la figura de la tierra", apostilla.
El rescate de las tres estatuas 'Polovtisianas' (así se llaman también los Babas) marcó el inicio de un singular proyecto que pretende evacuar las efigies de su tipo, decenas de ellas, situadas en el este de Ucrania, que según Fanygin, son el legado que dejó la presencia de las tribus 'cumanas', que vivieron durante varias centurias en estas estepas hasta ser desplazadas por la invasión de los mongoles en siglo XIII.
"Eran nómadas de origen turco llamados 'cumanos' o polovtsianos", indica el también historiador y colaborador del Museo Nacional de Historia de Dnipro.
Los expertos creen que las tallas eran imitaciones de personajes reales reconocidos por la comunidad por ser guerreros afamados o mujeres de familias influyentes.
El Museo de Dnipro, que ya acogía la mayor colección de Babas de Ucrania -tiene más de un centenar- se ha embarcado en un proyecto común con varias unidades del ejército local para sacar estas efigies centenarias de las regiones del este del país en las que están avanzando las tropas rusas.
La preservación de los Babas ha adquirido una connotación que va más allá de la protección del legado cultural y se inscribe de lleno en el conflicto identitario que alentó desde el principio la ofensiva rusa.
Para Moscú, "esos territorios le pertenecen, son eslavos, según su versión. Los pueblos nómadas como los Polovtsianos no encajan con sus mitos", aclaró Oleksandr Starik, director del Museo de Dnipro, a una publicación local.
"Según Moscú nosotros somos eslavos puros pero los 'cumanos' nos dejaron una impronta, ese pelo amarillento, que tienen tantos ucranianos y del que carecen los eslavos", le secunda Fanygin, agarrándose su cabello, precisamente de ese color.
La expedición de esta jornada se dirige a Turhenivka, un enclave situado en la región de Dnipropetrovsk, donde las fuerzas de Moscú no cesan de progresar.
En esta ocasión Fanygin ha conseguido recabar la asistencia de una grúa del Batallón Lobos da Vinci, una conocida unidad militar ucraniana. Slavko, el militar de 46 años que conduce el vehículo de transporte, ha participado ya en cuatro rescates similares en las provincias de Donetsk y Dnipropetrovsk.
El museo de Dnipro donde se acogen las estatuas rescatadas.
La efigie se encuentra en un descampado, al costado de un colegio. Una figura enorme. "Debe pesar más de una tonelada", estima Fanygin.
Antes de comenzar a desenterrar los cimientos de la figura, el historiador inicia una conversación con la recreación de piedra siguiendo una vieja creencia local: "Creemos que si hablas con la estatua consigues un deseo", apunta.
La escultura de entre dos y tres metros de altura, recuerda el contorno de un hombre. Según Fanygin, "por las dimensiones debía de ser un guerrero. Le falta un brazo y está algo deteriorada por la erosión".
Los trabajos para arrancar la talla literalmente de la tierra se extienden durante más de una hora en la que un pelotón de voluntarios se alterna con picos y palas para horadar el entorno. Finalmente, la estatua es izada en el camión gracias a una poderosa grúa.
La evacuación de las recreaciones en piedra hacia Dnipro -la principal ciudad de Dnipropetrovsk- se inscribe en la aprehensión que está generando en esta provincia, hasta ahora muy alejada de la línea de confrontación, el avance de los uniformados de Moscú. Rusia afirmó ya en junio que había rebasado los confines de Donbás para adentrarse en Dnipropetrovsk, algo que Kiev no admitió hasta finales de agosto.
El jefe de los uniformados ucranianos, Oleksandr Syrskyi, reconoció este mes en una reunión con periodistas que los rusos "están intentando avanzar de forma profunda" en ese territorio pero "carecen de la fuerza suficiente".
Kiev asume que los rusos ya han ocupado más de una docena de aldeas de la provincia. La incursión de los soldados de Moscú en algunas zonas del área ha alcanzado ya una decena de kilómetros. Los rusos están progresando justo en el triángulo donde confluyen las provincias de Dnirpropetrovsk, Donetsk y Zaporiyia.
Para el analista militar Denys Popovych, los ataques rusos -que al igual que en Donbás se mueven en pequeños grupos- están creando "metástasis" en Dnipropetrovsk, que pretenden vincular para "capturar territorio". "Lo están consiguiendo muy poco a poco, y con grandes pérdidas, pero están dispuestos a pagar ese precio".
Conscientes de esta realidad, Fanygin y el Museo de Dnipro decidieron este verano acelerar los viajes para recuperar los Babas.
En agosto, soldados de la Tercera Brigada de Asalto trasladaron una efigie del villorrio de Myrolyubivka. Según declaró el historiador y miembro de esa agrupación Oleksandr Alferov a la agencia local Suspiline, la figura debía de tener cerca de 900 años.
"Estaba literalmente a dos kilómetros del frente. No fue fácil. La zona estaba sometida al fuego de artillería y vigilada por los 'Orlans' (drones rusos)", explicó.
Los militares tuvieron que pedir ayuda de los locales para poder sacarla de la tierra, ya que su enorme peso hizo que se rompiera hasta la cuerda con la que intentaban arrancarla de su localización tirando con un todo terreno.
"Si se hubiera quedado allí habría sido destruida o se la hubieran llevado a Rusia", agregó Ihor Klymovych, otro integrante de la misma agrupación militar.
Las palabras del soldado no son una mera hipérbole. Según informó a principios de octubre el Ministerio de Cultura ucraniano, hasta esa fecha los ataques rusos habían devastado o dañado 1.599 monumentos del país.
En octubre de 2022, en el primer año de la invasión general rusa, la historiadora Oksana Semenik informó de la destrucción de una de estas estatuas Polovtsianas en la región de Jarkiv.
Otras piezas que acoge el museo de Dnipro.
"Por supuesto, tras la victoria volverá a su lugar. Estas son las raíces de nuestra identidad", le secundó Oleksandr Alferov.
El 7 de septiembre otra unidad militar consiguió rescatar dos tallas de piedra, una de ellas de 600 kilos de peso y más de 800 años de antigüedad, de Bilokuzminivka, en Donetsk, una aldea situada asimismo en las inmediaciones de la línea de confrontación. La operación tuvo que desarrollarse durante la noche ante la vigilancia diaria que sufre esa zona por parte de los drones rusos.
"Para nuestros enemigos sería más fácil imponer su narrativa si encontraran la tierra vacía y dijeran que no tenía historia. Por el contrario, nos enorgullece que nuestra cultura esté llena de colores y asociada a la multietnicidad", opinó Oleksandr Starik, uno de los uniformados citados por el medio local.
Durante décadas, a estas recreaciones centenarias no se le asignó ningún valor por parte del Estado ucraniano, lo que derivó -apunta Fanygin- en el expolio masivo de "miles" de ellas. "Tenemos que preservar nuestra historia, nuestro pasado, o no podremos avanzar hacia el futuro", concluye el historiador.

