EL MUNDO, a bordo del puente aéreo de ayuda sobre Gaza: "No es ayuda real, sólo son fotos que engañan"

Aug 13, 2025 - 12:35
EL MUNDO, a bordo del puente aéreo de ayuda sobre Gaza: "No es ayuda real, sólo son fotos que engañan"

Es poco menos de una hora. Sesenta minutos que marcan la diferencia entre los cafés de lujo de la capital jordana y la devastadora visión que se aprecia desde el cielo cuando se sobrevuela Gaza. El avión C-130 de la Fuerza Aérea jordana abandona la base poco después de las 10:15 de la mañana. Dentro transporta unos 300 kilos de ayuda. Según el Programa Mundial de Alimentación, los casi dos millones de palestinos que malviven en el enclave necesitan 2.000 toneladas diarias para cubrir sus necesidades básicas. "Té, arroz, latas de garbanzos y leche de fórmula para bebés", explica Mahmud Abu Rais, el portavoz de los uniformados que se encarga de acompañar a los periodistas.

Tras dirigirse al mar atravesando el territorio jordano y el del vecino Egipto, el aeroplano se acerca a la Franja. Los uniformados se aprietan los arneses de seguridad y se aseguran de que todos los palés estén agarrados a los paracaídas verdes instalados sobre los cubículos de carga. No intentan ocultar las múltiples limitaciones que tienen que aceptar por parte de Israel. "Por favor, no tomen fotos de Gaza", exigen, sin que su requerimiento sea atendido. "Israel no quiere que se vean esas imágenes", añade otro de los miembros de la tripulación.

Los jordanos pretenden que las cámaras se centren en las cajas que salen lanzadas desde el interior, una vez abierta la portezuela trasera. Pero desde las ventanas se puede divisar la catástrofe que se ha abatido sobre Gaza. Hay decenas y decenas de viviendas aplastadas. No destruidas por los bombardeos, sino con el techo casi intacto, encima de una pila de escombros: el claro signo de una voladura.

Vista aérea de Gaza desde el avión de la Fuerza Aérea jordana.

Vista aérea de Gaza desde el avión de la Fuerza Aérea jordana.A. HEREDIA

También hay torres de apartamentos caídas de lado; otras, arrugadas y tumbadas sobre el suelo, como si fueran acordeones de cemento arruinado, junto a edificaciones hundidas, estas sí, por las bombas aéreas. Y un sinfín de aglomeraciones de desplazados: cientos y cientos de tiendas de plástico, hacinadas en medio de las viviendas, en los bordes de las calles, en antiguas plazas, junto a un pequeño embalse. Desde el aire, Gaza semeja haber enfrentado esa rabia irrestricta que caracteriza a los terremotos, que dejan algunas áreas aplanadas, y otras aparentemente intactas. En este caso, la única naturaleza responsable de este padecimiento es la humana.

La operación de lanzamiento ha durado poco más de cinco minutos. Una más de las que este domingo han llevado a cabo unidades aéreas de Alemania, Países Bajos, Emiratos Árabes Unidos e Italia. Según el comunicado oficial, han sido 93 toneladas. Desde que Israel permitió que se reanudara el puente aéreo el 27 de julio, este conglomerado de naciones -cuyas tripulaciones deambulan por los hangares de la base aérea de Zarqa- ha conseguido enviar 464.000 kilos de ayuda. Poco más del 20% de lo que sería necesario cada día. "Sí, hay mucha gente que critica este sistema. Pero entre nada y esto... alguna vida estaremos salvando", indica uno de los integrantes del contingente de Países Bajos.

El C-130 jordano forma parte del criticado operativo aéreo permitido por Israel en un intento por contrarrestar las acusaciones que lo señalan como el único responsable de la gravísima crisis humanitaria que enfrenta Gaza. El Programa Mundial de la Salud ha alertado que uno de cada tres gazatíes no están pudiendo comer durante días y que 90.000 mujeres y niños afectados por la malnutrición requieren ayuda urgente ante una situación crítica que definió como "una hambruna masiva provocada por el hombre", en alusión indirecta a Israel. La misma organización estimó que casi medio millón de gazatíes enfrentarán un nivel "catastrófico" de hambre -el mayor que se contempla en la escala de estos sucesos- entre mayo y septiembre del presente año. El Ministerio de Salud de Gaza aseguró este mismo domingo que, hasta el día anterior, habían fallecido 212 personas a causa de la falta de alimentos, incluidos 98 niños.

Las matemáticas del hambre no son nuevas en este conflicto. Israel lleva décadas haciendo este tipo de cálculos, pese a que usar el hambre como arma es un crimen de guerra. Tel Aviv ya anunció que comenzaba a restringir el acceso de los suministros a Gaza desde el mismo instante en el que Hamas ganó limpiamente -así lo testificaron todos los observadores internacionales- las elecciones legislativas de 2006. Fue entonces cuando Dov Weisglass, uno de los principales asesores del entonces primer ministro Ehud Olmert, fue franco al describir la futura política del Estado judío. "La idea es poner a los palestinos a dieta, pero no dejarlos morir de hambre", declaró públicamente. El Ejecutivo que lideran ahora Benjamin Netanyahu y sus aliados fundamentalistas ha decidido que del "régimen" había que pasar directamente a la hambruna.

La agencia de la ONU a cargo de los refugiados palestinos, UNRWA, afirmó que disponía de cerca de 6.000 camiones repletos de ayuda en la propia Jordania y Egipto, listos para entrar en Gaza, algo a lo que se niega Tel Aviv. "Gaza necesita cantidad, no visibilidad", opina Unni Krishnan, responsable de emergencias de la ONG Plan Internacional, implicada en los envíos por vía terrestre al territorio palestino. "Los lanzamientos aéreos sólo tienen sentido en casos extremos, como terremotos en regiones montañosas remotas donde las carreteras quedan destruidas. No es la situación en Gaza. Hay carreteras. Los camiones de ayuda están listos. Lo que falta es acceso. La hambruna aquí es una crisis desencadenada por un bloqueo [el israelí]", añade.

El experto coincide también con lo que han denunciado muchos palestinos: la "humillación" que supone pelear por los paquetes de ayuda que caen de forma aleatoria sobre la Franja. "La ayuda humanitaria no se trata sólo de entregar bienes, sino de entregarlos con dignidad y empatía", señala.

Los cuestionamientos del representante de Plan Internacional corresponden con los de la mayoría de las ONG que trabajan en Gaza. "Es una iniciativa inútil que denota cinismo", señaló en julio el coordinador de emergencias en Gaza de Médicos sin Fronteras, Jean Guy Vataux. Para el Centro para la Acción Humanitaria, con sede en Berlín, este es "el puente aéreo más insensato de la historia". "Un desperdicio de dinero", añadió su director, Ralf Sudhoff.

Así es el polémico operativo de aviones que lanzan ayuda sobre Gaza: sólo transporta unos 300 kilos.A. HEREDIA (vídeo)

Un grupo de 25 ONG difundió un comunicado en marzo del pasado año -durante otra oleada de asistencia aérea permitida por Israel- en el que acusaban a la comunidad internacional de "esconderse" detrás de las imágenes de los paracaídas en vez de asumir "su responsabilidad principal: impedir que se produzcan crímenes atroces y aplicar una presión política efectiva para poner fin a los bombardeos incesantes y a las restricciones que impiden la entrega segura de ayuda humanitaria".

Una investigación de la BBC confirmó que el actual ritmo de entregas aéreas no pasa de ser algo poco menos que anecdótico a la hora de reducir las carestías que enfrenta la población de Gaza, ya que se necesitaría la acción diaria de 160 aviones para proporcionar una sola comida a las familias locales.

Los expertos inciden en que cubrir las ingentes demandas de los gazatíes exigiría un despliegue tan espectacular como el puente aéreo que abasteció a Berlín durante el cerco que sufrió entre 1948 y 1949, que contabilizó una media de más de 600 vuelos diarios, con aeronaves llegando a esa localidad cada tres minutos, durante todos los días de los 15 meses que duró. A diferencia de Berlín, Gaza ni siquiera tiene un aeropuerto. Lo destruyó Israel a partir de 2001.

"El lanzamiento de ayuda no es una solución. Ni tan siquiera parcial. Para acabar con la crisis humanitaria hay que habilitar las rutas terrestres o marítimas, que permitirían los suministros masivos necesarios", escribió el ex coronel Mark Cancian en un análisis para el Centro Internacional de Estudios Estratégicos.

Uniformados jordanos preparan el Hércules C-130 con un cargamento de ayuda humanitaria.

Uniformados jordanos preparan el Hércules C-130 con un cargamento de ayuda humanitaria.A. HEREDIA

Las autoridades de Amán han intentado también asistir a los palestinos de Gaza con el envío repetido de camiones repletos de ayuda, pero se han visto igualmente enfrentadas a las restricciones burocráticas impuestas por Israel y a la acción violenta de los fundamentalistas judíos una vez que se encuentran en el territorio controlado por Tel Aviv. "Los camiones han sufrido decenas de ataques, incluyendo intentos de sabotaje, robo y desperdicio de la ayuda", aclara Hussei Shebli, máximo responsable de la Organización Benéfica Hachemita de Jordania, que coordina la mayor parte de la asistencia local a la Franja.

El trayecto entre el Puente del Rey Hussein y Gaza -unos 300 kilómetros-, la vía de acceso que siguen los convoyes jordanos, puede prolongarse más de 12 horas y se ha convertido en un viaje sumido en la incertidumbre, añade Shebli, ante las repetidas emboscadas que sufren "los camiones en varios lugares a manos de los colonos", sin que el ejército israelí haya intervenido para poner fin a estos asaltos.

De forma paralela a la acción de los aviones, Tel Aviv está permitiendo la entrada de un número limitado de transportes con asistencia. Insuficientes para cubrir las carencias de los palestinos, pero suficientes para generar una reducción parcial de los precios de la comida en los mercados locales de Gaza, según informó el diario árabe Asharq al-Awsat.

Con todo, la polémica en torno al puente aéreo con rumbo a Gaza no se circunscribe a su eficacia. Se supone que su objetivo es salvar vidas, no acabar con ellas. Sin embargo, según las autoridades locales, en marzo del año pasado cinco palestinos fallecieron cuando uno de los paracaídas falló y el palé se convirtió en una especie de proyectil inesperado. Otros 12 jóvenes murieron ahogados al intentar rescatar varios paquetes caídos al mar.

Un soldado revisa una de las cajas de ayuda humanitaria antes de partir hacia Gaza.

Un soldado revisa una de las cajas de ayuda humanitaria antes de partir hacia Gaza.A. HEREDIA

Con la reactivación del operativo aerotransportado, se han vuelto a reproducir los incidentes mortales. Este sábado, Muhannad Zakaria Eid, de 15 años, perdió la vida en la zona de Nuseirat, en el centro de Gaza, según manifestó su hermano a la agencia Reuters. "Fue corriendo a recoger las cajas [de ayuda] que caían al mar. Una le cayó directamente encima y murió. Tiran cajas, no ayuda. Matan niños", comentó.

El día anterior se repitió la tragedia. Otro de los envoltorios se desplomó sobre un balcón de Ciudad de Gaza, generando el caos y una acumulación que acabó por hundir la pequeña terraza. Allí murió Adam al Shorbasi, de 18 años. Nayef Abu Alqomboz relata a EL MUNDO que había visto correr a un grupo de chavales hacia el lugar de la caída del paracaídas. "Seguí el paracaídas con la vista. Se atascó en la terraza de un restaurante. Los chicos treparon para agarrar la comida y se derrumbó. Algunos resultaron heridos, pero otros, indiferentes, siguieron cogiendo la comida", manifiesta. El palestino pudo ver cómo otro grupo de jóvenes evacuaba a un niño con una gran herida en la cabeza. "No había ni coches ni ambulancias. Lo subieron en una carreta tirada por un caballo", agrega.

Raji Hillis, de 20 años, logró agarrar algo. "Conseguí un kilo de dátiles", apunta. Pero incluso él cuestiona la viabilidad de este tipo de acciones, ya que indica que la escasa cantidad de alimentos termina siendo dividida en porciones minúsculas en medio de las trifulcas que se generan. "Cada uno se lleva un trocito. Es realmente arriesgado ir a los lanzamientos aéreos", precisa.

Es una percepción que comparten la mayor parte de los palestinos consultados por este diario. "Hay que detener esos lanzamientos. Mi hijo no es el primero que muere. Esa caja cayó en un restaurante vacío. Imagine si hubiese caído sobre una tienda repleta de gente. Podría haber matado a toda una familia", relata indignado Jameel al Shorbasi, padre de Adam. Para el activista Ahmed Jouda, un desplazado de Jabalia que ha encontrado refugio en Nuseirat, estas operaciones no son "ayuda real. Sólo es para que Israel pueda decir que no hay hambre en Gaza. Son sólo fotos que engañan".