30 años de prisión para Cédric Jubillar, autor del "asesinato sin cadáver"

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Cédric Jubillar, el pintor de brocha gorda acusado de haber dado muerte a su esposa Delphine, ha sido condenado a 30 años de cárcel, aunque el cadáver de su esposa nunca ha sido encontrado. Más de cinco horas tardó en jurado en llegar a una conclusión, al cabo de cuatro semanas del juicio que ha tenido en vilo a los franceses.
La escasa evidencia encontrada (un par de gafas rotas de la víctima) y el testimonio de algunos de los 65 testigos ha sido suficiente para incriminar al acusado, que se autoproclamó inocente hasta el final: "Yo no le he hecho nada a Delphine".
El testimonio de su propia madre, Nadine Fabre, fue sin embargo clave para la incriminación de Cédric Jubillar: "Él me llegó a decir: "Estoy harto, me está molestando, la voy a matar y la voy a enterrar en un lugar en el que nadie la encuentre"... Yo le contesté sin más: "Deja de decir tonterías. Me arrepiento de no haber dado sentido en su día a esa frase".
El mayor de los dos hijos de Jubillar, Louis, de 11 años, aseguró también estar convencido de la culpabilidad de su padre. A través de la administradora que representa sus intereses, hizo saber al tribunal que escuchó a sus padres discutiendo la noche de la "desaparición" de Delphine (del 15 al 16 de diciembre del 2020). "Luis es un chaval taciturno que habla poco de su vida, pero está muy enfadado con su padre y asegura que él lo ha hecho", declaró la administradora.
Stéphanie, hemana de Delphine, prestó también testimonio y se encaró con el acusado: "Es insultante que siga diciendo a estas alturas que no tiene nada que ver con la desaparición de mi hermana (...) Ella no habría dejado atrás a sus hijos por nada del mundo. Y tampoco habría renunciado a su trabajo como enfermera, que era lo que siempre quiso hacer desde niña desde que vio en televisión la serie Urgencias",
Laurent de Caunes, en representación también de la familia de la "desaparecida", recalcó la "sumisión" a la que Cédric forzaba a su esposa, aislándola de su entorno social y familiar: "Poco a poco, ella estaba empezando a ganar cierta independencia y a emanciparse, y fue ella quien llegó a plantearle el divorcio".
La investigación policial reconoció no haber sido capaz de encontrar el cadáver pese a los intensos registros en los bosques y en los pozos minero de Cagnac-les-mines, el pueblo de 2.600 habitantes donde ocurrieron los hechos. El fiscal aportó pruebas como el contenido del último mensaje por SMS de Delphine a su amante: "Je t'embrasse" ("Te beso"). La víctima había alertado repetidamente a la familia de los ataques de celos de Cédric, que la "geolocalizaba" frecuentemente con el móvil para seguir sus pasos.
"Nada acusa a mi defendido, salvo la idea preconcebida de los investigadores", llegó a decir durante el juicio, aseguró la abogada de Cédric, Emmanuelle Fanck, que pidió su puesta en libertad por falta de pruebas. El fiscal Pierre Aurignac aseguró por su parte que todos los indicios apuntan hacia el sospechoso y pidió para él 30 años de cárcel.
"¿Cómo puede alguien matar a su mujer sin dejar pistas, transportar su cuerpo en secreto, enterrarla en un lugar que no se puede encontrar y recibir a la policía en pijama mientras sus hijos duermen?", se preguntaba en 'Le Figaro' el escritor Thibault de Montaigu, asegurando que estamos ante un caso "digno de una novela de George Simenon".
Durante el juicio, sin la mínima muestra de remordimiento y pese a llevar cuatro años en régimen de aislamiento especial, Cédric Jubillar reconoció con cierta sorna cuál era su pasatiempo favorito: "Leo novelas policíacas: me gustan, son intrigantes y divertidas".