Así es Almaty, la fascinante ciudad donde juega el Real Madrid la Champions League: capital cultural y gastronómica de Kazajistán

El próximo martes 30 de septiembre, el Real Madrid viajará a Kazajistán para disputar un esperado encuentro futbolístico contra el Kairat Almaty en la antigua capital de Kazajistán, llevando la competición de la Liga de Campeones a Asia. La ciudad kazaja vive una auténtica revolución estos días, con los precios de las entradas desorbitados para la mayoría de sus ciudadanos. Porque nadie se quiere perder el encuentro. Como centro cultural del país, y epicentro futbolístico para la ocasión, Almaty mostrará su característica hospitalidad, además de su riqueza urbana y su desbordante energía. Pero más allá del fútbol, y ya que este deporte ha puesto a Almaty en el foco de atención de toda Europa, hemos viajado hasta ella para a descubrir cómo es la que podemos definir como capital cultural y gastronómica de Kazajistán, que no administrativa.
Sus fotogénicos rincones y apacibles restaurantes empezaron a colmar las redes sociales hace unos años, y cada vez son más los influencers y viajeros que la visitan en busca de destinos emergentes. Basta con echar un vistazo a Instagram o TikTok para constatar la gran cantidad de post que aparecen con el hagstag Almaty. Su rico patrimonio, natural y monumental han hecho de ella el gran motor turístico de Kazajistán, concentrando el 90% de los visitantes del país. Una cifra que cobra aún más relevancia si se tiene en cuenta que la nación ocupa el puesto noveno del planeta en cuanto a extensión. Tras su independencia en 1992, compartida con sus vecinos Uzbekistán, Kirguistán y Turkmenistán, naciones que también formaban parte de la Unión Soviética, ha sabido abrirse al mundo mostrando su diversidad cultural y monumental.
Las amplias avenidas de herencia soviética conviven hoy con cafeterías hipster que bien podrían estar en Berlín, mercados tradicionales donde degustar todo tipo de sabores y una sorprendente cantidad de parques y zonas verdes que reflejan el dinamismo de la urbe. Un maravilloso contraste entre lo nostálgico y lo cool.
Este inesperado escenario está enmarcado por imponentes paisajes montañosos, entre los que destacan las cumbres del Tian Shan, desplegando sus cimas blancas al sur de la ciudad. La cadena montañosa se extiende hasta China oriental y está declarada Patrimonio de la Humanidad debido a su biodiversidad.
Conocidas como 'las montañas celestiales', ofrecen un imponente telón de fondo visible desde casi cualquier punto, pero para acceder a ellas habrá que hacerlo desde la prestigiosa estación de esquí de Shymbulak, a la que acuden esquiadores de toda Asia Central en invierno y senderistas en verano.
En la base se localiza el estadio Medeo, famoso por haber batido récords de patinaje de velocidad y por ser el recinto de este deporte situado a mayor altura del mundo. Un teleférico asciende hasta los 3.200 metros del Paso Talgar, con paradas intermedias a 2.250 y 2.850 metros. A lo largo del recorrido aparecen resorts, refugios de montaña e incluso una piscina de aguas termales.
DONDE LA MONUMENTALIDAD SE VISTE DE VERDE
Kok Tobe vigila Almaty junto a la torre de telecomunicaciones, a 1.100 metros de altura. Para subir a esta otra colina convertida en uno de los magníficos miradores de la metrópoli, la mejor opción será hacerlo en teleférico. Una vez arriba, además de disfrutar de las vistas, también es posible comer en restaurantes panorámicos, fotografiarse junto a una estatua de los Beatles o subir a la noria y al resto de atracciones que cada tarde atraen a numerosas familias y parejas de enamorados.
Bajo la colina, las zonas verdes y los canales siguen ocupando el protagonismo de Almaty entre amplias avenidas de corte soviético. Una de las más frecuentadas por turistas y locales es el Parque de los Héroes de Panfilov, un espacio verde repleto de apacibles senderos y jardines. Dedicado a los 28 guerreros del Ejército Rojo, quienes lucharon en la Segunda Guerra Mundial al mando del general Iván Panfilov. Un gigantesco monumento los recuerda dando la bienvenida al parque. Aunque la verdadera protagonista de este espacio es la Catedral de la Ascensión, levantada en 1907 durante el periodo zarista. Construida completamente en madera, sin utilización siquiera de clavos, es una proeza arquitectónica que ha resistido incluso al devastador terremoto que sacudió a la ciudad en 1911.
Las coloridas cúpulas de la iglesia ortodoxa contrastan con la dorada de la Mezquita Central, ofreciendo una excelente muestra del patrimonio histórico y la armoniosa convivencia de sus tradiciones.
Para hacer un repaso histórico más detallado habrá que dirigirse al Museo Central del Estado de Kazajistán, donde se exponen numerosas piezas que recorren las estepas y las culturas nómadas, junto a una reproducción de una yurta, la vivienda tradicional que aún salpica la estepa kazaja. Una visita para entender la historia del país, desde la antigüedad hasta la actualidad, pasando por la época soviética. Su fachada es uno de los mejores ejemplos de modernismo soviético, aunque hay otros edificios con esta arquitectura que aún marcan el perfil urbano. El más alto hasta 2010 era el Hotel Kazajistán y aún sigue siendo un referente de aquel modernismo. Se encuentra ubicado en la Plaza de Abay, presidida por la monumental estatua del filósofo, compositor y poeta nacional, en sustitución a la de Lenin que antes ocupaba el lugar. Este espacio se ha consolidado como el corazón cívico de Almaty, escenario de actos oficiales y grandes celebraciones. En ella se alzan otros edificios emblemáticos como el Palacio de la República.
VIVIR LA ESCENA URBANA
La esencia de Almaty se descubre paseando por sus calles, impregnándose de sus aromas y sabores y mezclándose con las sonrisas de sus habitantes. Un lugar que no puede faltar en ese paseo es el Mercado Verde. También conocido como Bazar Zeleny es uno de los más antiguos e icónicos desde que abriera sus puertas a finales del siglo XIX. En sus hileras de coloridos puestos es posible hacerse con productos locales, como nueces, especias, carne de caballo y, por supuesto, las célebres manzanas originarias de esta región y responsables de darle nombre a esta ciudad que pasear entre la curiosidad y el asombro.
Cuando cae la tarde, la peatonal calle Arbat se convierte en un hervidero de vida entre cafeterías de aires europeos y comercios tradicionales. Y es allí, en ese vaivén cotidiano, donde el visitante seguirá sorprendiéndose con esta imparable urbe que vive al pulso de una modernidad magnética.