Cómo China limpió el paraíso del crimen organizado donde ahora patrullan ardillas policías

Sep 30, 2025 - 00:00
Cómo China limpió el paraíso del crimen organizado donde ahora patrullan ardillas policías

Chongqing, una megaciudad al suroeste de China levantada en varios niveles sobre valles y acantilados, se ha convertido en uno de los lugares más instagrameables del mundo. Es una de las metrópolis ultra modernas de moda, que atrae a viajeros llegados desde cada vez más rincones del planeta. Es caótica, barata y segura. Pero hace poco más de una década presentaba una cara bien distinta: era uno de los epicentros del crimen organizado de Asia Oriental.

"Muchos políticos, jueces y policías de Chongqing estaban a sueldo de las tríadas, que extendían su influencia por otros rincones del sur de China y del Sudeste Asiático", explica Wei Shihao, un portavoz de la sección local del Ministerio de Seguridad Nacional.

Al frente de la más peligrosa de estas mafias se encontraba una excéntrica y poderosa mujer, Xie Caiping, a la que todos conocían como la madrina del inframundo. Desde finales de la década de 1990, Xie, quien siempre iba acompañada por un séquito de jóvenes guardaespaldas y amantes, dirigió una extensa red de casinos ilegales y oficinas de préstamo.

A muchos altos funcionarios y mandos policiales, a cambio de información privilegiada y de que miraran hacia otro lado, ofrecía suculentos sobornos. También obligaba a pagar a cambio de protección a empresarios locales. Si estos se negaban, eran amenazados, secuestrados o asesinados por sus sicarios.

Xie se creía intocable. Y así lo fue hasta que en 2009 llegó a Chongqing, como jefe del Partido Comunista (PCCh), un joven político con mucha proyección llamado Bo Xilai. Consciente de que las tríadas habían aprovechado la explosión económica del país para meter sus zarpas en todo tipo de proyectos, desde el transporte hasta la construcción, el nuevo líder de la ciudad, que se vendía como un tipo incorruptible, lanzó un año después de su llegada al poder una campaña contra las mafias y los corruptos nunca vista hasta entonces en el gigante asiático.

Lo primero que hizo Bo fue ordenar una limpieza dentro de la política local, la Policía y el sistema judicial. Expulsó a decenas de funcionarios y puso en su lugar a otros con curriculums impecables que habían sido reclutados de otras regiones de China. Tras el barrido interno, mandó un mensaje contundente a todas las bandas apuntando hacia el rostro criminal más famoso: el de la madrina del inframundo.

"Los peces gordos del crimen organizado fueron cayendo uno tras otro gracias a policías honrados y valientes que fueron trasladados hasta Chongqing y que no tenían deudas ni miedo a las mafias", recuerda el portavoz del Ministerio.

Una de las ardillas utilizadas por la Policía china.

Una de las ardillas utilizadas por la Policía china.E.M.

Xie Caiping fue detenida en 2010 y condenada por un tribunal a 18 años de prisión por múltiples delitos. El caso, que fue muy difundido por la prensa estatal, comenzó a presentar a Bo como el gran azote de las mafias. Su ofensiva contra la delincuencia tumbó los casinos ilegales, sacó a miles de prostitutas forzadas de las calles y asfixió tanto a las redes criminales que estas acabaron migrando definitivamente al Sudeste Asiático, asentándose principalmente en países como Birmania y Camboya, donde han prosperado en los últimos años gracias al tráfico de drogas, la trata de personas y las estafas de telecomunicaciones.

Chongqing, al igual que el resto de grandes ciudades chinas de primer nivel, presume ahora de seguridad en las calles. La lucha contra la corrupción sigue muy presente, pero el poder de las tríadas ha desaparecido. Hay cámaras de videovigilancia por todos lados y en los barrios comerciales es habitual ver patrullar a agentes acompañados por perros robots, dotados de tecnología de reconocimiento facial. Recientemente, la Policía de Chongqing anunció que había entrenado con éxito a un grupo de ardillas detectoras de drogas, que, según afirmaron, pueden desempeñarse incluso mejor que los agentes caninos.

"Seis ardillas bien entrenadas ahora están listas para asumir incluso las tareas más complicadas, alcanzando zonas elevadas y rincones estrechos donde se ocultan paquetes llenos de droga y a los que los perros detectores no llegan", explicaba a los medios locales uno de los policías que ha entrenado a las ardillas rastreadoras. "Su olfato es bastante agudo. Cuando detectan algún paquete sospechoso, lo rascan para alertarnos".

Chongqing fue un ejemplo a nivel nacional sobre cómo terminar con el crimen organizado. Bo, el artífice de la exitosa campaña, estuvo incluso en muchas quinielas para ocupar un asiento en el Comité Permanente del Politburó, el máximo órgano de liderazgo del país, y quizá llegar a ser presidente de la hoy superpotencia asiática. Pero esto nunca sucedió, porque Bo terminó arrastrado por un capítulo de novela negra que fue uno de los mayores escándalos que han sacudido China en este siglo.

En 2012, la esposa del político, una influyente abogada llamada Gu Kailai, fue acusada de asesinar al empresario británico Neil Heywood, quien había sido un socio cercano de la familia. Gu lo habría envenenado tras una disputa económica. El caso lo destapó Wang Lijun, entonces jefe de policía y mano derecha de Bo, que huyó al consulado estadounidense de la ciudad de Chengdu. Allí pidió asilo político tras desvelar el crimen y la corrupción que rodeaba al líder de Chongqing.

Bo fue destituido de su cargo y en 2013 se sentó delante de un tribunal acusado de soborno, corrupción y abuso de poder. Fue condenado a cadena perpetua, la misma pena que le cayó a Gu por el asesinato del empresario británico. Muchos analistas, tanto dentro como fuera de China, coincidieron entonces en que la caída de Bo, más allá del crimen de su mujer, estaba relacionada realmente con una pugna en las altas esferas políticas de Pekín. Muchos peces gordos del PCCh, sobre todo de la facción que lidera el ahora presidente Xi Jinping, veían a Bo como una amenaza porque representaba una línea más populista y abierta.