EEUU 'cierra' su Gobierno por primera vez desde 2018 por falta de acuerdo sobre la financiación

En la medianoche del martes al miércoles, el Gobierno de Estados Unidos echó 'el cierre' por primera vez desde 2018. EEUU tiene una deuda disparada, un déficit muy pronunciado y un sistema de financiación tan disfuncional que una o dos veces años amenaza con el 'shutdown', la suspensión de pagos y servicios federales, por la falta de acuerdo en el Congreso. El drama político es recurrente, pero al final suele haber un acuerdo en el último momento que salva la papeleta y reenvía el problema seis meses adelante. Esta vez no ha sido así, por lo que desde hoy, y hasta que haya sobre la mesa una nueva ley de financiación, cientos de miles de empleados públicos se irán a casa y dejarán de cobrar sus sueldos; museos, edificios públicos y parques cerrarán sus puertas; y sólo se mantendrán unos pocos servicios mínimos y esenciales, de la Policía a los agentes fronterizos.
"Los demócratas han decretado oficialmente un cierre gubernamental total, orquestado por los lunáticos de la izquierda radical que controlan su partido. Mientras la vida y el sustento de millones de estadounidenses penden de un hilo, Chuck Schumer les da el visto bueno. Las consecuencias del cierre gubernamental demócrata golpean a los estadounidenses donde más les duele: la asistencia alimentaria crucial para mujeres, bebés y niños de bajos ingresos caducará. El presidente Trump y los republicanos han sido claros: los republicanos no se dejarán secuestrar por esta maniobra política vergonzosa y poco seria de los demócratas, cuya agenda radical está envenenando nuestra política y castigando a nuestra gente", reaccionó la Casa Blanca poco después de que el reloj de la cuenta atrás llegara a cero.
En EEUU, el año fiscal empieza el 1 de octubre. La Constitución establece que el Congreso debe aprobar cualquier gasto del gobierno federal. Los proyectos de ley salen de la Cámara de Representantes, se aprueban en el Senado y son firmados por el presidente. El proceso de adjudicación de gasto es largo, tedioso y complejo, y en las últimas décadas el Congreso casi siempre ha recurrido a medidas provisionales para prorrogar el presupuesto anterior, ya que el partido que está en la minoría (en este caso, los Demócratas) aprovecha la presión para lograr concesiones. Pero esta vez no ha habido acuerdo para aprobar lo que se conoce como "resoluciones de continuidad" o apropiaciones.
Los Republicanos lanzaron una aprovechando su mayoría en ambas Cámaras, pero como algo de este nivel exige un apoyo de al menos 60 senadores en la Cámara alta, y sólo cuentan con 53, no prosperó. Los Demócratas hicieron lo mismo, poniendo por escrito sus exigencias en materia de Sanidad, después de que Donald Trump aplicara importantes recortes hace unos meses en lo que bautizó como la Gran y Hermosa Ley Presupuestaria.
Este lunes, los líderes de ambos partidos fueron a la Casa Blanca a negociar con Trump, y fue un fracaso. La imagen que mejor lo resume es el vídeo que colgó poco después el presidente de EEUU en sus redes sociales, una parodia hecha con IA, cargada de tintes racistas, con sombreros y bigotes 'mexicanos' para ridiculizar al senador Chuck Schumer y el congresista Hakeem Jeffries. La batalla en el capitolio se prolongó todo el martes, pero ya pasadas las 22.00 todos tiraron la toalla.
Este miércoles, el presidente no parecía demasiado interesado, y todos sus mensajes en redes sociales estaban dedicados a criticar al presidente de la Reserva Federal, a China o a hablar del envío de la Guardia Nacional a Oregón, pero ninguna referencia a la situación del Gobierno federal.
Desde 1976, el país ha vivido 20 'shutdowns'. Uno con Gerald Ford, cinco con Jimmy Carter, ocho con Ronald Reagan, uno con George W. Bush, dos con Bill Clinton, uno con Barak Obama y otros dos en el primer mandato de Donald Trump. Lo habitual es que duren poco, un día o dos, quizás una semana. Sólo siete han durado más de 10 días y únicamente dos de ellos, más de tres semanas. Pero el más largo de todos fue el último con el hoy también presidente, en diciembre de 2018, que se prolongó todas las Navidades y batió el récord con 34 días de incertidumbre, causando una pérdida de 11.000 millones de dólares, 3.000 de ellos de forma permanente, según la Oficina de Presupuesto del Congreso. Cada semana de parón puede costarle a una economía ya tocada hasta un 0.1% de crecimiento por lo menos.
Este mismo órgano estimó ayer martes que alrededor de 750.000 empleados federales podrían ser suspendidos temporalmente, aunque recibirían sus salarios retroactivos al finalizar el 'cierre'. No todos los sectores se verán afectados igual. Militares en servicio activo, agentes federales de las fuerzas del orden y empleados de hospitales financiados con fondos federales, además de controladores de tráfico aéreo y funcionarios de la Administración de Seguridad del Transporte, se consideran esenciales. Además, decenas de miles más podrán permanecer en sus puestos porque su nómina se financia a través de otros medios, como leyes especiales o tasas. Además, los programas de asistencia alimentaria, la educación preescolar financiada con fondos federales o la emisión de préstamos estudiantiles se vean restringidos o interrumpidos.
La única manera de volver a la normalidad es que el Congreso apruebe esa ley de continuidad. Intentarán hacerlo desde esta misma semana, si bien no habrá sesiones el jueves por lo menos para celebrar la festividad judía del Yom Kippur. Ambos partidos tienen incentivos políticos para mantener la tensión, pero también para resolverla pronto, porque las consecuencias son imprevisibles. Nadie sabe ahora mismo a quién culparán los votantes, a quién le meterán más presión para ceder o qué políticos cederán por miedo a su electorado. Buena muestra del caos es que tres senadores Demócratas han votado a favor de la propuesta rival para intentar impedir el cierre, mientras que un Republicano lo ha hecho a favor, cada uno por diferentes razones.
Para los Demócratas es una oportunidad casi única de forzar la mano de la Casa Blanca, que tiene mayoría en las Cámaras, control de todas las agencias federales y el apoyo casi total del Tribunal Supremo a todas sus decisiones polémicas estos meses. En marzo hubo enormes críticas desde la izquierda al partido por doblegarse en medio de lo que ellos mismos califican deriva autoritaria del presidente. Y ahora han decidido prestar algo de batalla para intentar sumar la primera victoria política de calado desde las elecciones de noviembre del año pasado. "Si el presidente fuera inteligente, movería cielo y tierra para solucionar esta crisis sanitaria de inmediato, porque los estadounidenses lo responsabilizarán cuando empiecen a pagar 400, 500 o 600 dólares más al mes en su seguro médico", ha dicho el líder de la minoría, el mencionado Schumer.
Para los Republicanos es un desgaste, pero el presidente Trump ha dicho, como ya hizo en el pasado, que los 'shutdowns' le parecen una buena oportunidad para despedir a mucha gente, cerrar o cancelar todo tipo de programas federales y castigar a los Demócratas donde más les duela. "No queremos hacer eso, pero no queremos fraude, despilfarro ni abuso", señaló. Su equipo ha explicado que les parece una ocasión magnífica y que aprovecharán las listas de qué puestos son esenciales y prioritarios y cuáles no para tomar medidas. Los suyos se han aferrado a la mentira de que la propuesta Demócrata busca cubrir con seguros pagados por todos a inmigrantes indocumentados o las operaciones de personas transgénero.
Los Demócratas exigen como mínimo una extensión de los créditos fiscales (Obamacare) que están a punto de expirar y que abaratan el seguro médico para 20 millones de estadounidenses, así como la revocación de los recortes a Medicaid implementados por Trump en la mencionada Gran y Hermosa Ley presupuestaria. También se oponen a los recortes de gastos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y los Institutos Nacionales de la Salud (NIH).