Las llamaradas solares son mucho más calientes de lo que imaginábamos

Es posible que hayamos subestimado el poder térmico de las llamaradas solares capaces de lanzar partículas energéticas hacia la Tierra. Según una investigación reciente sobre reconexión magnética, realizada por académicos de la Universidad de St. Andrews (Reino Unido), las llamaradas en su fase inicial podrían alcanzar temperaturas hasta 6.5 veces mayores que las estimadas previamente
Una llamarada solar ocurre cuando los campos magnéticos retorcidos en la corona liberan la energía acumulada durante semanas y expulsan al espacio parte del plasma que compone la estrella. Durante este proceso —la reconexión magnética— la llamarada acelera partículas subatómicas, lo que equivale a calentarlas. Estas partículas forman parte del viento solar. Primero se ven afectados los electrones, más ligeros y sensibles al colapso magnético, después los iones pesados, como el hierro y el helio, los cuales requieren más energía para desplazarse.
¿Qué cambió?
Hasta ahora, el consenso científico asumía que las llamaradas solares calentaban por igual a electrones e iones. Sin embargo, el nuevo estudio publicado en Astrophysical Journal Letters sostiene que los iones pueden alcanzar temperaturas de hasta 60 millones de grados Kelvin, muy por encima de los 10 millones de grados Kelvin que se consideraban típicos.
“La física solar ha asumido históricamente que los iones y los electrones deben tener la misma temperatura. Sin embargo, rehaciendo los cálculos con datos modernos, descubrimos que las diferencias de temperatura de los iones y los electrones pueden durar hasta decenas de minutos en partes importantes de las bengalas solares, abriendo el camino para considerar los iones súper calientes por primera vez”, contó Alexander Russell, autor principal de la investigación, en un comunicado universitario.
El equipo de St. Andrews concluyó que la reconexión magnética —motor de las llamaradas solares— calienta a los iones pesados hasta 6.5 veces más que a los electrones. En una metáfora, imagina que hasta ahora los científicos habían medido la temperatura de una fogata analizando el humo, pero sin tomar en cuenta la madera que se consume.
Este hallazgo podría mejorar la precisión de los modelos solares y permitir predicciones más fiables sobre el clima espacial. Si no se calcula correctamente, una próxima tormenta geomagnética podría dañar gravemente la infraestructura de telecomunicaciones en la Tierra.
El Sol está formado por distintas capas, cada una con temperaturas específicas. En el núcleo se alcanzan unos 15 millones de kelvins (K), mientras que la fotosfera —su superficie visible— se mantiene alrededor de los 5,800 K. Las manchas solares pueden descender hasta unos 3,800 K, pero en la corona, la capa externa y difusa, la temperatura vuelve a elevarse hasta cerca de 2 millones K. Con esta nueva investigación, se plantea ahora que las llamaradas solares podrían llegar a superar incluso la temperatura del núcleo solar.