Segundo aniversario de la masacre: "Sin los rehenes, seguiremos en el 7-O"

Natalia Casarotti puso a sus hijos nombres con significado especial. Anan (Nube), Keshet (Arcoíris) y Shemesh (Sol). "Tenía claro que tras la nube debía llegar el arcoíris", cuenta esta israelí de origen argentino. Pero la Inundación Al Aqsa de Hamas acabó con el arcoíris de la familia.
A las 7:16 horas del 7 de octubre de 2023, los terroristas asesinaron a Keshet, que había acudido al festival de música Nova. Este exponente de libertad y sosiego se convirtió en símbolo de la crueldad del mayor ataque en la historia de Israel, con 1.200 muertos y 251 secuestrados. La jornada marcó para siempre a Israel, que lanzó una respuesta sin precedentes, causando la devastación en la Franja de Gaza.
El segundo aniversario del ataque yihadista está envuelto de dolor en Israel pero también de esperanza renovada de un alto el fuego y la vuelta de los rehenes quizá en unos días. «Hasta que no vuelvan todos los rehenes y finalice una guerra que debió acabar hace muchísimo tiempo, seguiremos en el 7 de octubre», avisa Casarotti sobre la trágica fecha que, como dice resignada, determinó que su hijo siempre tendrá 21 años.
Tal Ben-Dror, superviviente de la masacre del 7-0 recordando a sus amigos asesinados por Hamas.
"Keshet me acompaña todos los días, desde que abro los ojos por la mañana hasta que los cierro por la noche. Siento como que volvió a mi cuerpo", explica Casarotti contando que su hijo hacía trabajos de jardinería y mantenimiento básicamente para pagarse el próximo festival de música. Como el de Nova. Dado que reinaba la calma en Reim, cerca de la frontera con la Franja de Gaza, no pensó que era un riesgo. El problema es que los servicios de inteligencia tampoco lo pensaron al no saber interpretar y tomar en serio las señales en el enclave palestino bajo control de Hamas que hacían presagiar una tormenta tras la calma. La lluvia de misiles empezó a las 06:29, dando cobertura a la penetración de varios miles de efectivos armados.
En una extensa entrevista con EL MUNDO, Casarotti regresa a esa mañana, que para ella empezó más tarde dado que en su lejano kibutz, cerca de Eilat, no sonaron las sirenas. "Me desperté poco antes de las 10:00 de la mañana y nada más ver el móvil me di cuenta, era una guerra. Llamé rápidamente a Keshet, pero no contestó", recuerda. Le envió un mensaje avisándole que "el país está en llamas" sin saber que él estaba en medio del fuego.
Solo cuando entró en su página de Facebook entendió que no estaba en su casa en Tel Aviv, sino en Nova. A las 12:00 de mañana, preguntó en la plataforma social sobre Keshet. El mejor amigo de éste le llamó para decirle que había recibido un mensaje suyo a las 5:00 de la mañana diciéndole que estaba en la fiesta.
Gracias a esos testimonios y la llamada grabada de otra víctima a su hermana, Casarotti reconstruye las últimas horas de su hijo. Al iniciarse el ataque terrorista, Keshet huyó en coche con sus amigos: la alemana-israelí Shani Louk (violentamente secuestrada y brutalmente asesinada) y su novio, el franco-mexicano Orion Hernández (secuestrado y asesinado).
En otro coche, iban varios amigos llegados de Guatemala y México para ir con Keshet al NOVA. A las 7 de la mañana y desde el cruce de Mefalsim, Keshet, herido de una pierna, llamó a emergencias para pedir ayuda. Louk estaba gravemente herida. Keshet pidió al otro coche que no fueran en esa dirección, lo que en definitiva salvó sus vidas. Keshet se subió a un vehículo con Moti Zoherman, un amante de música rave de 74 años, Oz Moshé (herido gravemente en la pierna) y Naomi Bikar.
"Llegaron al puente del cruce de Sha'ar HaNegev cuando se encontraron con un comando de terroristas. Les preguntaron en hebreo si tenían armas. Tras responder que no, fueron acribillados", cuenta.
Horas después, ella seguía la angustiosa búsqueda de su hijo en los hospitales. Volvió a casa sin noticias y se incorporó al grupo de Whatsapp de las familias de los secuestrados. Decenas eran de NOVA. En ese momento, nadie quería estar en ese grupo. Luego, sin embargo, muchos hubieran dado lo que fuera por seguir ahí y no en el grupo de las familias de los asesinados.
Cinco días después, dos policías y una trabajadora social tocaron a la puerta del kibutz Samar para anunciarle que habían identificado el cadáver de su hijo. El joven rubio ya no viajaría a Brasil pocas semanas después, como tenía previsto.
Tal Ben-dror, recordando a su amiga asesinada en los atentados de hace dos años.
Quizá en las horas tocando el paraíso con la música o en las horas de locura infernal buscando una salida al sangriento laberinto que Hamas llenó con asesinatos, secuestros y violaciones, Keshet se cruzó con Tal Ben-Dror. Esta joven fan de la música trance atiende a EL MUNDO dos años después de haber sobrevivido al peor ataque contra los judíos desde el Holocausto.
Con un español que fluye en su relato pese al ingente trauma que conlleva, Ben-Dror explica qué hizo con sus amigos ante la sorprendente oleada de misiles desde Gaza. "Nos subimos al minibús con el que llegamos a la fiesta. Escuchamos disparos y vimos a una mujer en el suelo con tres balas que se estaba muriendo. Entendimos que eso no era el típico ataque de proyectiles", señala.
Así iniciaba una huida desesperada: «Pasaban las balas cerca de nuestras orejas y había gente cayendo en los lados». La Carretera 232 se transformó en la carretera de la muerte con una cantidad enorme de cadáveres y coches calcinados. «Yo no quería mirar atrás para no ver cadáveres. Mis amigos sí los vieron y también a terroristas en motocicletas». Tras tres horas corriendo sin agua y con la esperanza de no encontrarse terroristas en el camino llegaron a una granja y esperaron al ejército. Quien llegó y les salvó fue el equipo del festival Midburn, que estaba por la zona para organizar un evento en noviembre. «Nuestros ángeles», dice, mostrando por primera vez una pequeña sonrisa.
«Trece horas después, estaba en casa. Todos los del minibús volvieron menos nuestro chófer Suheir», comenta regresando al gesto triste. Se refiere a Suheir Abu Amer, palestino de Jerusalén Oriental, que fue secuestrado y obligado por los terroristas gazatíes a hacer de traductor durante el ataque en el kibutz Beeri. Luego le dispararon. «No les importó que fuera musulmán, le asesinaron también», indica Ben-Dror.
Ben-Dror llegó a Nova para celebrar el cumpleaños de su amiga Sharona Shmunis Harel. "Estaba casada y tenía dos hijos. Fue asesinada en la llamada ambulancia de la muerte. Allí se escondieron 18 personas, pero los terroristas la atacaron con un RPG (lanzacohetes). Tardó mucho y fue muy difícil hallar sus cadáveres".
Tan difícil como combatir el dolor por los que ya no volverá a ver y el trauma por lo que ella vio. "Dos años después, el trauma sigue y no se irá en lo que queda de vida, pero he aprendido a manejarlo y a vivir con él", afirma Ben-Dror que, con el tiempo, volvió a los festivales. "Ahora, cuando bailo lo hago para Sharona o mi amigo Antonio Macías, que fue asesinado con su novia", explica reivindicando el eslogan de la comunidad de supervivientes y familias de los 412 asesinados en el Festival Nova y varias fiestas en sus alrededores: "Volveremos a bailar".
Muchos familiares de las víctimas cuentan que han adaptado su forma de ver la vida. En la ceremonia celebrada en Tel Aviv con motivo del segundo aniversario del ataque en Nova, presentada por una periodista cuya hermana también fue asesinada, una madre reveló que ha viajado a numerosos países para cumplir el sueño de su hijo. Otra mujer afirma que su filosofía más racional de pensar a largo plazo fue sustituida por la de su hermana basada en "vivir la vida al día porque no sabes qué pasará mañana". Cuánta razón tenía, lamenta ahora.
Casarotti, por ejemplo, ha dejado el trabajo de chef para conquistar la posición de DJ. Y no solo como homenaje a su hijo. "Entendí que la música es terapia. Cuando toco música a la gente, también llevo la luz de Keshet a la pista de baile. Cuando estoy allí no estoy sola, sino con él. Me llena el corazón, me refuerza. Siento como una conexión cósmica", dice.
Nacida en Argentina, Casarotti se trasladó a Israel poco antes de cumplir los cuatro años ya que su familia "tenía el sueño sionista de vivir en un kibutz". Hoy, vuelve a veces al continente donde nació para hablar de su hijo, del 7 de octubre, de Israel, etcétera. "Es muy importante contar lo que pasó. Por desgracia, hay mucha desinformación e ignorancia".
Sobre las manifestaciones propalestina contra Israel en el mundo por su ofensiva en la devastada Franja de Gaza, contesta que "el antisemitismo siempre ha existido. No debemos darles motivos para que nos sigan odiando. Hamas ha logrado que su información se imponga. Cuando gritan Free Palestine, debe ser Free Palestine from Hamas. Muchos gazatíes no quieren a Hamas, que no les da comida y son usados como escudo humano", acusa para denunciar un caso que le sorprende. "¿Colectivos de homosexuales y de Queer que se manifiestan contra Israel no saben que en Gaza serían asesinados?".
¿El ataque cambió tu postura sobre las relaciones con los palestinos y la posibilidad de paz?
- Es una pregunta compleja. Yo crecí en un ambiente con canciones a favor de la paz, pero entiendes y ves que no hay un interlocutor. Están llenos de odio hacia nosotros. Cuando a un niño de tres años le educan para odiarnos, ser terrorista y morir, ¿con quién hay que hablar? Dicho esto, aún tengo un porcentaje, aunque muy muy pequeño, que dice que llegará el día y no habrá otra alternativa que hacer algo. No se puede seguir así. Yo no puedo tener miedo a que mis nietos vayan a una fiesta y quizá no vuelvan a casa.
"Cada día me pregunto 1.000 veces y sigo sin entender cómo pudo ocurrir un hecho tan negro en este país. El Gobierno hace todo lo posible para no tener que responder a las preguntas. Los altos rangos del ejército que estaban allí y no protegieron a mi hijo y todo el Gobierno deben rendir cuentas ante la justicia e ir a la cárcel", exige.
"Tampoco entiendo cómo, dos años después, la guerra aún no acabó. ¡Los secuestrados deben volver ya mismo, no pueden esperar ni un segundo más!", exclama.
Omer Shem Tov, que sobrevivió al ataque en Nova y luego a 505 días en los túneles de Hamas, avisa de que la vuelta de los 48 rehenes es prioritaria para sus familias y para curar la herida en el corazón de Israel. "Mientras sigan en el terrible cautiverio, ni yo ni nadie podemos avanzar en la vida. Es un país herido que necesita recuperarse".