Tony Blair, el 'virrey' de Gaza

Oct 2, 2025 - 00:00
Tony Blair, el 'virrey' de Gaza

Un millón de dólares por una reunión de tres horas no está nada mal. Exactamente eso es lo que cobró Tony Blair en septiembre de 2012 por reunirse en el hotel Claridge, en Londres, con el entonces primer ministro de Qatar, el jeque Hamad bin Jassim Al Thani, y con el consejero delegado de la empresa de 'trading' de manterias primas suiza Glencore, Ivan Glasenberg.

En solo tres horas de reunión, Blair convenció a Glasenberg de que elevara en un 8,2% su oferta por las acciones de Xstrata, y a Al Thani de que aceptara un precio un 7% inferior a lo que el Estado de Qatar quería por el 12% del capital de la minera. El Emirato de Qatar se embolsó lo que hoy serían, ajustados a la inflación, 5.955 millones de euros, y Glasenberg logró que Glencore se quedara con la multinacional minera.

Hubiera sido imposible sin Blair, que llegó allí gracias a sus contactos en los bancos estadounidenses JP Morgan -del que había sido asesor para cambio climático- y Citigroup, en una nueva muestra de que lo importante en este mundo es tener amigos bien situados. Aunque, paradójicamente, él era el pobre de la reunión. Sus 1,2 millones de euros (que es lo que, a día de hoy, supondrían sus honorarios de hace 14 años) palidecen al lado de los 3.300 millones de patrimonio de Al Thani y de los 8.700 de Glasenberg. En el Claridge -un hotel en el que Eugenia de Montijo recibía en él a la Reina Victoria- Tony Blair no destaca especialmente. Claro que tampoco está mal pata alguien que, cuando estudiaba la carrera, no quería ser primer ministro, sino Mick Jagger. Al final, ha logrado cobrar por reunión tanto o más que el Stone por concierto.

A los 72 años, Blair, al igual que Jagger (que es diez años mayor), ha demostrado que los viejos rockeros, efectivamente, nunca mueren. Aunque en el caso del ex primer ministro laborista británico y 'estrella' de la socialdemocracia mundial en la década de los noventa, definirlo es más complicado. ¿Político? ¿Estadista? ¿Activista? ¿Lobista? ¿Conseguidor? De lo que no cabe duda es de una cosa: al contrario que Jagger, que lleva 60 años meneando las caderas y cantando 'Satisfaction', Blair sí se ha sabido reinventar.

Y ahora afronta el que puede ser su proyecto más ambicioso: virrey de Gaza. O, técnicamente, miembro del 'Comité de Paz' acordado por Donald Trump y Benjamin Netanyahu para Gaza, pero cuya creación depende de la aprobación del grupo terrorista palestino Hamas.

Por el momento, Blair es, junto con Donald Trump, el único miembro del Comité. Según el diario británico 'The Guardian', otros posibles candidatos a formar parte son los empresarios egipcio Naguib Sawiris y estadounidense Marc Rowan, y el ex asesor de la Embajada estadounidense en Jerusalén, Aryeh Lightstone.

Ninguno de ellos es musulmán o palestino. Sawiris es cristiano copto, una comunidad que ha sufrido numerosos ataques de extremistas islámicos en Egipto, y Rowan y Lightstone son judíos. El primero estuvo a punto de ser secretario del Tesoro con Trump, y se le atribuye una fortuna de unos 9.000 millones de euros, lo mismo que a Sawiris. Lightstone es rabino, y fue uno de los artífices de los históricos Acuerdos de Abraham, que permitieron el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel, por un lado, y los Emiratos, Marruecos, Bahréin y Sudán en la primera Presidencia de Trump.

Prácticamente todo el plan está en el aire, así que no es posible saber qué va a hacer Blair. Lo que sí está claro es que su presencia en el Comité tiene el apoyo de Israel y de los Emiratos y Arabia Saudí, que quieren acabar definitivamente con Hamas, un grupo creado por su enemigo secular, Irán.

El ex primer ministro británico lleva tiempo involucrado en Gaza, aunque en una posición que no parece un ejemplo de imparcialidad. Tal y como ha revelado el diario 'Financial Times' -en su día, uno de sus mayores apoyos mediáticos- el Instituto Tony Blair para el Cambio Mundial (TBI, por sus siglas en inglés), creado en 2016 para, según dice en su web, "ayudar a los líderes y a los Gobiernos a lograr hacer cosas", colaboró con la consultora estadounidense Boston Consulting Group en un plan para llevar a cabo una limpieza étnica de Gaza que incluía mandar a parte de la población del enclave a Somalia, un país situado a 3.000 kilómetros y con tanta violencia y más pobreza que el propio territorio palestino.

George W. Bush y Blair, en Washington.

George W. Bush y Blair, en Washington.EFE

El 'Cuarteto'

Blair creó el TBI justo después de dejar de ser el enviado especial del llamado 'Cuarteto', un grupo formado por EEUU, la UE, Rusia, y Naciones Unidas que perseguía la reforma de Gaza y Cisjordania y la creación de un Estado palestino. Son objetivos relativamente similares a los que, en principio, parece que va a tener el organismo que supervise la reconstrucción de Gaza. En aquella ocasión, el 'Cuarteto' logró ciertas mejoras en la economía palestina, pero no en el proceso de paz con Israel. Justo cuando Blair llegó al grupo, el grupo integrista proiraní Hamas, que es el causante de la actual guerra y de la destrucción de Gaza, acababa de tomar el poder en ese territorio.

En 2007, el liderazgo de Blair de un proyecto destinado a forjar la paz imposible en Oriente Próximo y lograr el igualmente difícil objetivo de un Estado palestino fue criticado por algunos, dado que, a fin de cuentas, el ex primer ministro británico había sido el mayor aliado de Estados Unidos en la invasión y ocupación de Irak. Blair en particular y el laborismo en general pagaron un precio muy alto por la entrada del Reino Unido en aquel conflicto. En 2005, cuando Irak se hundía en una guerra civil que, según algunas estimaciones, causó un millón de muertos, Blair fue reelegido por tercera vez, pero con una mayoría mucho mejor que en sus dos victorias precedentes. El malestar por la guerra en su partido le obligó a pactar su salida de la jefatura del Gobierno en 2007, para dejar paso a su ministro de Finanzas y eterno rival, Gordon Brown. Tres años después, los laboristas perdieron el poder y se pasaron una década sin volver a recuperarlo. Entre los laboristas, Tony Blair es tóxico.

Hoy, dos décadas después, no parece que su retorno a Oriente Próximo vaya a ser tan problemática. Desde que los tanques 'Challenger' británicos - los mismos con que Londres equipó a Ucrania en 2023, forzando así a un renuente Joe Biden a entregar sus 'Abrams' a Kiev- entraron en Basora, entonces la segunda mayor ciudad de Irak, ha habido guerras civiles en Yemen, Siria, Libia, y Sudán, y revoluciones en Egipto y Túnez. Israel ha invadido dos veces Líbano. El norte de Siria está ocupado por Turquía; el sur y el oeste por EEUU; y el sureste por Israel. EEUU e Israel han bombardeado Irán; Irán ha bombardeado Arabia Saudí e Israel; y Yemen e Israel se han bombardeado mutuamente. Aparte está el conflicto entre Israel y Palestina, con la destrucción total de Gaza y la progresiva 'limpieza étnica' de palestinos por Israel en Cisjordania. Pero también la práctica totalidad de los Gobiernos de la zona, con la excepción de Irán, han enterrado el 'hacha de la guerra' con Israel, que tiene, gracias a EEUU, una superioridad militar aplastante en la región.

No solo ha cambiado Oriente Próximo. También lo ha hecho Blair. Hace 20 años, era, junto con George W. Bush, posiblemente la personalidad política más relevante en el mundo. Hace 25, su 'tercera vía' de la socialdemocracia era la corriente política de moda desde los EEUU de Bill Clinton hasta la Francia de Lionel Jospin. Con 10 años en el cargo, es la segunda persona que ha ocupado el puesto de primer ministro británico durante más tiempo en el siglo XX, tras Margaret Thatcher. Pero salió del Gobierno, se convirtió al catolicismo por influencia de su esposa, Cherie, y dejó la política para siempre.

Desde entonces, ha dado clase en la Universidad de Yale, fundado -y disuelto- una organización católica, escrito una autobiografía, y hecho de lobista. Asimismo, se le ha atribuido una controvertida infidelidad a Cherie con Wendi Murdoch, la tercera ex mujer del 'dueño de las noticias', Rupert Murdoch, de la quien se dice que también tuvo un 'affaire' con Vladimir Putin, al que había conocido por medio del oligarca ruso y entonces dueño del equipo de fútbol del Chelsea, Roman Abramovitch (supuestamente, en 2023, a sus 92 años, Murdoch fue novio de la suegra de Abramovitch, Dasha Zhukova, confirmando así que para ser rico y poderoso no basta con ganar un millón por reunirse en un hotel de lujo, sino que hay que ser de una pasta especial).

Tony Blair en el número 10 de Downing Street.

Tony Blair en el número 10 de Downing Street.EFE

Polémicas

Las actividades de Blair han sido, por lo general, discretas, aunque no siempre exentas de controversias. Sobre todo, cuando trató de lograr que el dictador de Kazajistán, Nursultán Nazarbeiev, lograra el Premio Nobel de la Paz, previo pago de 40 millones de dólares. En honor de Blair, hay que decir que lo intentó, pese a que el asesinato a tiros, por las fuerzas del orden kazajas, de varias docenas de sindicalistas en la ciudad de Zhanaozen cuando apenas llevaba dos meses de trabajo dificultó extraordinariamente sus esfuerzos. La carnicería no hizo que Blair rompiera el contrato con Nazarbeiev. Tampoco le dañó profesionalmente. Nueve meses después de las muertes, Blair se reunía con Al Thani y Glasenberg en el Claridge.

Blair siempre sale de todas. No en balde, cuando era primer ministro, le llamaban 'teflón Tony', en referencia al material ignífugo de las sartenes, porque no se 'quemaba' con nada. Y ahora no cabe duda de que esa cualidad le va a ser útil si el plan de paz sale adelante. Gaza está destruida. Pero, pase lo que pase, Blair no lo va a estar.

Aun así, hay un precedente que sería mejor tener presente, más como cautela que como otra cosa. El último 'administrador' occidental de un país árabe fue el estadounidense Paul Bremer, al que George W. Bush encargó gestionar la ocupación de Irak de 2003 a 2004 y que fue calificado frecuentemente como 'virrey' de ese país. Bremer hablaba francés y noruego, y había sido embajador en Holanda antes de trabajar para la empresa de lobby de Henry Kissinger. No sabía nada de Irak, y destruyó con su gestión lo que quedaba del Estado de ese país. Hoy, a los 84 años, Bremer vive jubilado en Vermont, y es pintor aficionado. Por el bien de todos, pero especialmente de los habitantes de Gaza, es mejor que Blair tenga éxito. Después, si quiere, que se retire a practicar sus 'hobbies' favoritos, que son escuchar a los 'Rolling Stones' y esquiar. Aunque, conociéndole, parece impososible que se vaya a quedar quieto.