Así moviliza el Partido Comunista Chino toda su maquinaria para castigar a quienes ofenden a la superpotencia asiática

Nov 25, 2025 - 00:00
Así moviliza el Partido Comunista Chino toda su maquinaria para castigar a quienes ofenden a la superpotencia asiática

Cuando la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, insinuó a principios de noviembre que el ejército japonés podría intervenir militarmente para defender a Taiwan en caso de un ataque chino, quizás pensó que se trataba de una declaración firme, a la par que convencional, dentro de las habituales disputas diplomáticas regionales. La líder nipona se equivocaba. Takaichi, novata a la hora de medir la piel muy fina de su poderoso vecino (lleva apenas un mes en el cargo), probablemente no esperaba el terremoto que se le venía encima.

En cuestión de horas, Pekín activó una megacampaña coordinada contra Japón: hundió acciones de empresas, castigado a exportadores de marisco, suspendido cumbres académicas, pospuesto el estreno de películas, censurado actuaciones de humoristas y golpeado al turismo con miles de viajeros chinos cancelado en masa sus billetes.

China, una vez más, vuelve a demostrar al mundo la enorme capacidad del omnipresente Partido Comunista (PCCh) para movilizar rápidamente a todos los sectores de la sociedad en una ruidosa campaña de ira contra aquellos países que ofenden a la superpotencia asiática.

Esto ya lo vimos al principio de la pandemia, cuando Pekín impuso aranceles contra productos australianos como la cebada después de que Camberra pidieran una investigación independiente sobre los orígenes del Covid. O cuando, en 2021, los consumidores chinos impulsaron un boicot masivo a varias marcas occidentales (H&M, Nike y Adidas) por citar informes sobre el supuesto trabajo forzoso en fábricas de algodón de la región de Xinjiang.

Después de que, a principios de este año, Donald Trump lanzara su guerra arancelaria, el Gobierno de Xi Jinping contratacó directamente al corazón de Hollywood, anunciando que reduciría el número de películas estadounidenses que se proyectan en el segundo mercado cinematográfico más grande del mundo. Y no hay que olvidarse de la suspensión hace un par de años del comercio con Lituania cuando este país aprobó en su capital que Taiwan abriera una nueva oficina de representación.

La primera ministra de Japón, Sanae Takaichi.

La primera ministra de Japón, Sanae Takaichi.Eugene HoshikoAp

Desde hace tiempo, algunos investigadores mantienen que existe una relación muy directa entre la hipersensibilidad china ante las ofensas percibidas y el marco ideológico que el PCCh ha formado en torno al concepto del llamado "siglo de humillación", el periodo en el que el país asiático fue humillado por potencias extranjeras entre la Primera Guerra del Opio (1839) y la fundación de la República Popular (1949), incluyendo la invasión japonesa o las pérdidas de Hong Kong y Macao.

El PCCh, sobre todo en las últimas décadas de extraordinario desarrollo económico, ha abanderado la causa de la dignidad nacional, manteniendo que la consolidación de su poder es una garantía de que China nunca volverá a ser humillada por ninguna otra potencia extranjera. Por ello, los altavoces mediáticos del Partido interpretan bastante a menudo las críticas externas como un ataque intencionado contra la soberanía y el honor nacional. Luego, el aparato estatal moviliza una furia nacionalista muy sincronizada, como se ha visto en los últimos días en la crisis diplomática con Japón.

Para Pekín, la japonesa Takaichi cruzó una línea roja sugiriendo que Tokio intervendría en un hipotético conflicto en Taiwan, la isla autogobernada que China considera parte de su territorio. Y, por mucho que ministros y emisarios japoneses trataran de rebajar las tensiones, desde el Ejecutivo de Xi insisten en que sólo una disculpa de la primera ministra, o que al menos se retracte públicamente, apagará una represión cada día más extensa, que abarca desde la economía hasta la cultura.

Pérdida de viajeros chinos

Según las proyecciones del Instituto de Investigación Nomura, con sede en Tokio, la economía japonesa podría perder alrededor de 1,49 billones de yenes (más de 8.000 millones de euros) durante el próximo año si los viajeros chinos, la fuente principal del turismo en Japón, continúan evitando el país debido a la disputa. Las aerolíneas chinas han registrado cientos de miles de cancelaciones de billetes y las empresas estatales han pedido a sus trabajadores que cancelen sus vacaciones en Japón. Una agencia de viajes en Tokio informó de una caída del 80% en las reservas para este año procedentes de China.

Recientemente, las autoridades chinas golpearon al comercio al anunciar la prohibición de todas las importaciones de marisco japonés. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China también informó sobre el aplazamiento de un par de reuniones anuales de académicos de ambos países. En las últimas horas, la principal agencia antiespionaje china afirmó haber resuelto "varios casos de infiltración y espionaje relacionados con agencias de espionaje japonesas".

Las distribuidoras chinas han suspendido el estreno de varias películas japonesas. En festivales de música y de monólogos que se van a celebrar en dos ciudades chinas, se ha vetado la participación prevista de bandas y humoristas japoneses. Mientras, la maquinaria propagandística, con el Diario del Pueblo (el periódico oficial del PCCh) o el tabloide oficialista Global Times, continúan lanzando incendiarios editoriales contra el Gobierno de Takaichi.

"Japón afrontará consecuencias más graves si no corrige su error", advertía el jueves el editorial del Global Times. "Si Japón persiste en su postura, se niega a retractarse de sus declaraciones erróneas o incluso adopta un comportamiento provocador, China tiene plena justificación y necesidad de tomar contramedidas más contundentes". He Yongqian, portavoz del Ministerio de Comercio chino, dijo también el jueves que, si Tokio "insiste en seguir por el camino equivocado" de no rectificar respecto a las declaraciones de Takaichi, las autoridades chinas tomarán las "medidas necesarias".

En las redes sociales del gigante asiático, los arraigados sentimientos antijaponeses han vuelto a despertar con comentarios que incluso piden una respuesta militar contra Tokio. Estos son minoría, ya que sobre todo lo que el público demanda es una mayor represión comercial.

"Las declaraciones erróneas de Takaichi invocan el espíritu del militarismo. Se ha convertido en la primera líder japonesa en ejercicio en defender abiertamente esta peligrosa postura que puede empujar al país a repetir errores de su pasado", señalaba un editorial del Diario del Pueblo.

La crisis con Japón vuelve a dejar un mensaje claro: cuando un actor externo cruza las líneas rojas de Pekín, especialmente sobre Taiwan, la coreografiada rabieta nacionalista china va mucho más allá de la diplomacia. Porque ahora, desafiar a la segunda economía mundial, tiene un coste inmediato.