El Papa León XIV proclama santo a Carlo Acutis, el primero de los 'millennial'

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La Iglesia Católica ya tiene su primer santo millennial y León XIV la primera ceremonia de canonización de su Pontificado. El joven italiano Carlo Acutis (1991-2006), que falleció por leucemia con tan sólo 15 años, ascendió a los altares ayer en una jornada en la que el también italiano Pier Giorgio Frassati (1901-1925) obtuvo el mismo reconocimiento, en un ambiente de mucho fervor que llenó la Plaza de San Pedro. El Papa dijo que el ejemplo de ambos es "una invitación dirigida a todos nosotros, especialmente a los jóvenes, a no desperdiciar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y convertirla en una obra maestra".
La importancia social de esta ceremonia de canonización, a la que asistieron más de 80.000 fieles, según señaló la Oficina de Prensa de la Santa Sede, está ligada sobre todo a la figura de Acutis, que dedicó su adolescencia al servicio de su fe católica. Este joven empleó de forma innovadora sus conocimientos de las nuevas tecnologías y, entre otras obras, montó una exposición digital sobre los milagros eucarísticos. De ahí que se le conociera como El influencer de Dios. Su canonización estaba prevista para el 27 de abril, pero se aplazó por la muerte del Papa Francisco.
El adolescente Carlo Acutis, fallecido en 2006.Efe
En la homilía, León XIV destacó los aspectos cotidianos de la santidad de Carlo Acutis: "Creció integrando naturalmente en sus días de niño y de adolescente la oración, el deporte, el estudio y la caridad". Ante la presencia de Antonia Salzano, la madre de Acutis, y el resto de su familia, el Papa recordó que "Carlo encontró a Jesús en su familia, gracias a sus padres, Andrés y Antonia", "en la escuela" y, sobre todo, "en los sacramentos, celebrados en la comunidad parroquial".
El joven fue beatificado en 2020 y el Vaticano le atribuye dos milagros que lo calificaron para ser canonizado: la curación de un niño brasileño con una rara malformación del páncreas y la de una estudiante costarricense gravemente herida en un accidente, informó Afp. En Asís, donde su tumba atrae cada año a cientos de miles de peregrinos y curiosos, la diócesis instaló pantallas gigantes para seguir su canonización. Con cerca de un millón de visitantes al año, el cuerpo del adolescente, con su vestimenta informal, yace en el Santuario del Despojo, donde san Francisco de Asís se despojó de sus bienes en su camino hacia la pobreza.
Para los creyentes católicos el término santo como adjetivo mantiene una relación con la cercanía a Dios: tanto en lo que se refiere a la práctica de los sacramentos, como al seguimiento de una vida espiritual en la vida cotidiana. Todo católico puede aspirar a la santidad, entendida como un acercamiento a lo divino a través del mensaje de Cristo. La Iglesia Católica, a través de los procesos de canonización, que pueden durar varios años para comprobar si se cumplen los requisitos, reconoce entonces formalmente a alguien como santo, ya como sustantivo, en cuanto a ser un ejemplo para el pueblo de Dios.
La canonización de Acutis, que fue aprobada por Francisco, supone para el Vaticano una actualización de su idea tradicional de santidad. Ya no hace falta tener una vida excepcional como la de Juan Pablo II (2014), María Teresa de Calcuta (2016) o Pablo VI (2018) para ser proclamado, como ocurría en los últimos años.
El colectivo LGTB cruza la Puerta Santa
Un giro que también quedó patente el sábado, en una jornada que, como la de la canonización, también quedará registrada en los anales del Vaticano. Más de 1.400 católicos homosexuales y transexuales, y otras personas del colectivo LGBT, cruzaron la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro por el Jubileo de la Esperanza que se celebra este año. La peregrinación empezó en la Chiesa del Gesù, en el centro de Roma, el templo de referencia de la Compañía de Jesús.
En el interior del templo, los presentes asistieron a una misa en la que se recordó la figura del Papa Francisco, quien cambió para siempre la aceptación del colectivo LGTB en el seno de la Iglesia Católica, con aquellas palabras célebres al inicio de su Pontificado: "Si una persona es gay, busca el Señor y tiene buena voluntad ¿quién soy yo para juzgarla?". León XIV recoge este legado más de una década después, ante un santo millennial y con los católicos LGTB cruzando la Puerta Santa. Parece que Robert Prevost trata de impulsar así un camino hacia el futuro.