Estudio: son las actitudes, y no los ingresos, las que impulsan el ahorro energético en los hogares.

Oct 10, 2025 - 12:00
Estudio: son las actitudes, y no los ingresos, las que impulsan el ahorro energético en los hogares.

El nivel de ingresos o los conocimientos sobre energía influyen poco en el ahorro doméstico, que depende sobre todo de la percepción y convicción "ambientalista” que las personas tienen de sí mismas. Así lo demuestra un metaanálisis a gran escala publicado en la revista Cell Reports Sustainability, que revisa 100 estudios con más de 430.000 participantes de 42 países.

El trabajo, liderado por investigadores de centros de Países Bajos y Estados Unidos, analizó 26 factores psicológicos y sociodemográficos para determinar cuáles impulsan más los hábitos de ahorro energético en los hogares. Este consumo es clave, pues en regiones como la Unión Europea o Estados Unidos representa cerca de una quinta parte de la demanda total de energía.

La motivación es clave

La principal conclusión es que las actitudes y convicciones personales tienen mucho más peso que los ingresos o el nivel educativo. La motivación intrínseca, especialmente la preocupación ambiental, mostró una asociación entre moderada y fuerte con las acciones de ahorro energético declaradas por los participantes.

"Las personas son más propensas a ahorrar energía si consideran que están haciendo lo correcto para el medio ambiente”, explicó la autora principal, Steph Zawadzki, del Northern College de Nuevo México. "Quienes ya practican hábitos como reciclar o usar el transporte público también tienden a reducir el consumo en casa, lo que sugiere que estos comportamientos se refuerzan mutuamente”.

La presión social, en cambio, tiene un efecto más moderado. Según los autores, la actitud personal es la que mayor relación guarda con la autoeficacia percibida: cuanto más capaz se siente alguien de ahorrar energía, más ahorro declara haber logrado. "La mayoría de las personas quieren hacer lo correcto. No tratamos de cambiar sus corazones y mentes, sino de activar los sentimientos que ya tienen”, añadió Zawadzki, quien considera estas motivaciones una herramienta clave frente a la crisis climática.

Una cosa es la percepción y otra la eficacia

Sin embargo, los investigadores advierten que la percepción de ahorro no siempre coincide con la eficacia real. Muchas personas creen contribuir significativamente apagando las luces o desconectando pequeños aparatos, aunque esas medidas tienen un impacto limitado.

La verdadera eficiencia, señalan, radica en reducir el uso de electrodomésticos de alto consumo —como lavadoras, hornos o aire acondicionado— y optar por equipos de bajo consumo alimentados con energía renovable. "La mejor energía es la que no se consume”, resumen los autores.

Para Carmen Valor Martínez, investigadora en sostenibilidad de la Universidad Pontificia Comillas, esta brecha entre percepción y acción se debe a dos factores: "Tendemos a exagerar nuestro comportamiento para mantener coherencia con la imagen que tenemos de nosotros mismos, y además solemos elegir acciones que tienen poco impacto real en el ahorro de energía”.

ee (efe, Phys.org, Cell Reports Sustainability)