Los asesores en la sombra que mueven los hilos del Gobierno de Donald Trump

Donald Trump es el presidente más mediático de la historia. De Estados Unidos y del mundo entero. Comparece ante los medios de comunicación casi cada día, a veces dos o tres veces. No como todos sus predecesores, con intervenciones breves y forzadas en el mejor de los casos, sino largas comparecencias, respondiendo a decenas de preguntas. Además, escribe constantemente en sus redes sociales, da entrevistas y llama a sus programas favoritos de televisión o radio. Cuando no monta espectáculos increíbles desde el Despacho Oval en directo. Esa sobreexposición es parte de una estrategia, el reflejo de una forma de ser y el eje de su forma de gobernar. E inevitablemente condiciona y arrastra a su equipo.
Sus ministros están permanentemente en televisión también. El vicepresidente, JD Vance, el secretario de Estado, Marco Rubio, el de Defensa, Pete Hegseth, o el del Tesoro, Scott Bessent. También los negociadores comerciales Howard Lutnick o Jamieson Greer, muy activos estos meses. La responsable de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem. Pero aunque son los más conocidos, y poderosos, no son forzosamente los más influyentes en la Casa Blanca.
A diferencia de su primer mandato, cuando era un aficionado, sin experiencia, buenos asesores y dependía sólo de su familia, recomendaciones aleatorias y figuras colocadas por el Partido Republicano, esta vez Trump está rodeado de fieles incondicionales. De gente preparada, comprometida (un número desproporcionado de ellos, llegados de Florida, donde está su residencia de Mar-a-Lago) y que lleva cuatro años, sino ocho, esbozando un plan muy detallado para la mayor revolución de la historia reciente del país. Con enorme margen de acción, instrucciones y acceso al líder. Un grupo de figuras menos mediáticas, que trabajan de forma mucho más discreta, pero implacable.
SUSIE WILES
Todd Blanche, jefa del Gabinete de Presidencia de la Casa Blanca, el pasado mayo.Reuters
La persona más relevante del organigrama es sin duda la jefa del Gabinete. "Puede arrasar con un país con una simple llamada telefónica. Creo que podría ser la persona más poderosa del mundo", dijo de ella hace unas semanas el presidente. Por sus manos pasa la agenda diaria de Trump, las reuniones con el Congreso o los líderes mundiales, los proyectos legislativos. Está siempre cerca de su jefe, coordina la Casa Blanca, pero desde una posición secundaria. Sin hablar públicamente, sin entrevistas o redes sociales. Su trabajo es orientar a un presidente incontrolable, no hacerle sombra. En estos siete meses, y en los anteriores de campaña, ninguno de los miles de periodistas que cubren la política de EEUU ha informado de un choque, de discrepancias o de problemas de celo o celos entre Wiles y su jefe. Y a diferencia de 2017, no ha habido ningún cese sonado, escándalos gestionados con mucha habilidad y su liderazgo se ha desplegado sin amenazas, al menos desde que Elon Musk salió de la foto.
STEPHEN MILLER
Stephen Miller, jefe de Gabinete adjunto de la Casa Blanca comparece ante los medios el pasado mayo.CNP
El jefe de gabinete adjunto, responsable de políticas y seguridad interior, es todo lo contrario a Wilies. Alguien volcánico, impulsado por sus filias y fobias, radical en sus ideas, en sus métodos, en sus propuestas. El ideólogo de separar a los padres de sus hijos hace ocho años para reducir la inmigración, de las medidas más brutales para deportar a El Salvador a extranjeros (o nacionales) sin juicio previo o de las presiones a los jueces. La cadena ABC, por presiones de la Casa Blanca, despidió hace poco al veterano periodista Terry Moran, después de que describiera a Miller en una publicación no tanto como "el cerebro del trumpismo, una de las personas que conceptualiza los impulsos del movimiento y los traduce en políticas" sino como su "bilis". Miller, decía Moran, "es un hombre con una gran capacidad para el odio. Es un odiador de primera que se alimenta de su odio".
RUSSELL VOUGHT
Russell Vought, jefe de la Oficina de Presupuestos, en julio en la Casa Blanca.AP PHOTO
Aunque su cargo, jefe de la oficina de Presupuestos y de gestión de la Casa Blanca, parece puramente técnico, Vought es quizás la figura más ideológica, calculadora y meticulosa de la Administración. Es quien tiene más clara la revolución conservadora que está liderando Trump, ya que fue uno de los responsables del conocido como Project 2025, la hoja de ruta que el presidente va aplicando punto por punto. "Queremos que los burócratas sufran un trauma. Cuando se despierten por la mañana, queremos que no quieran ir a trabajar", dijo antes de las elecciones. Nada más llegar al poder, empezó a despedir a miles. Nacionalista cristiano y autoproclamado "constitucionalista radical", cree que el Ejecutivo debe prevalecer sobre las otras ramas del poder. Es quizás el pensador más estratégico y una figura omnipresente. Muchos pensaban que el que tenía la motosierra era Elon Musk, pero el que la maneja es Vought, el que mejor conoce las entrañas de la Administración federal, los presupuestos, los reglamentos. Y quien más ha defendido durante dos décadas los cambios, dentro del Partido Republicano en todo tipo de think tanks, en las tertulias televisivas y, ahora, de nuevo desde dentro.
Elbridge A. Colby'
Elbridge A. Colby, 'número dos' del Pentágono, en el Senado de EEUU.Sipa
El perfil del número dos del Pentágono, responsable de sus políticas y cerebro del departamento, causa fricciones en esta nueva Administración. Colby, de 45 años, es cualquier cosa menos un outsider o uno de los gurús del movimiento MAGA. Nieto del ex director de la CIA William Colby, licenciado en Harvard, veterano de la Administración en temas como China, Irán o las armas nucleares. Muchos trumpistas lo rechazan porque creen que es parte del Estado profundo o un belicista, pero se ha convertido en la figura dominante en materia de Defensa, responsable de medidas como irritar al Reino Unido o a Australia echándolos del teatro indo-pacífico o por intentar cortar los envíos de armas a Ucrania para que EEUU se centre en la que, dice, debería ser su única obsesión: China. "La tercera Guerra Mundial podría estallar en unos años y no estamos preparados", dijo recientemente. Se congració con Trump cuando se sumó a la teoría de que las elecciones de 2020 habían sido amañadas, y está casado con la brasileña Susana Cordeiro Guerra, nombrada recientemente vicepresidenta del Banco Mundial, amiga íntima de la hija de Donald Trump y nexo con Jair Bolsonaro. Fue responsable de la Estrategia de Seguridad Nacional de 2018 y está detrás de la que será publicada este mes.
TODD BLANCHE
Todd Blanche, fiscal general adjunto el lunes en la Casa Blanca.AFP
El fiscal general adjunto de Estados Unidos se ha convertido en un actor principal en la Administración. No sólo ocupándose de muchos de los procesos de lo que equivale al Ministerio de Justicia, mientras su jefa Pam Bondi hace de rostro y portavoz ante los medios casi a tiempo completo, sino asumiendo la negociación directa con Ghislaine Maxwell, condenada a 20 años de prisión por ayudar al pedófilo Jeffrey Epstein a conseguir menores de edad para sus perversiones sexuales. Blanche, como su jefa, fue abogado personal del presidente, y está gestionando el principal problema de imagen del Gobierno. Maxwell ha logrado ser enviada a una cárcel de mínima seguridad y es posible que consiga un perdón, si ayuda a Trump. Blanche, en su audiencia de confirmación, aseguró que su lealtad al presidente estaba por delante del cargo. Y cada día lo demuestra.