Este divestream argentino que capta más de 1 millón de vistas por video se ha vuelto un fenómeno viral

Aug 3, 2025 - 23:44
Este divestream argentino que capta más de 1 millón de vistas por video se ha vuelto un fenómeno viral

Un peculiar streaming argentino tiene lugar a miles de metros bajo el océano Atlántico. En esta especie de reality show marino —o divestream—, los protagonistas son la biodiversidad de las aguas profundas, filmadas en tiempo real a bordo del buque Falkor (too), de la fundación estadounidense Schmidt Ocean Institute. Allí, un grupo de científicos argentinos de universidades públicas y del Conicet narra cada transmisión en vivo, explicando las maniobras del ROV SuBastian, un robot operado de manera remota, capaz de descender hasta 4,500 metros para filmar y recolectar muestras que están revelando un mundo apenas explorado.

Se trata de la expedición Talud Continental IV. Comenzó a transmitirse el 24 de julio y, una semana después, sus capítulos ya superan el millón y medio de vistas. Una estrella de mar naranja se volvió meme horas después de su debut en internet, hallada 1,195 metros bajo el mar. Escuchamos a los científicos en el divestream emocionarse (muy en serio) con extensos jardines de corales, campos de “remolachas”, pepinos de mar púrpuras, esponjas, caracoles y anémonas de todos los tamaños, a profundidades incompatibles con la vida humana.

expedición marina argentina viral Cañón Mar del Plata Schmidt Ocean Institute

Esta estrella de mar debutó en internet a más de 1,000 metros bajo el mar. Schmidt Ocean Institute

El biólogo Gregorio Bigatti cuenta que tienen un “backstage” donde los especialistas anotan lo que aparece en los videos, y donde se escucha un griterío similar al de un partido de futbol con cada nueva captura de organismos. Bigatti es un científico del Instituto de Biología de Organismos Marinos (de Argentina) y uno de los 28 especialistas a bordo del Falkor (too).

Aunque la reacción en internet fue inesperada, los pasos del Grupo de Estudios del Mar Profundo de Argentina (Gempa) no lo son: tienen objetivos claros. Van a estudiar detalles específicos de la biodiversidad del cañón submarino, analizar el ADN ambiental, identificar microplásticos y residuos marinos, y conocer la captura de dióxido de carbono en los sedimentos. “Datos que van a servir en un futuro para el manejo y conservación de áreas marinas”.

La misión actual da seguimiento a tres expediciones previas, realizadas entre 2012 y 2013 a bordo del buque oceanográfico Puerto Deseado. En aquel entonces, usaron redes de arrastre: obtenían muestras del fondo, pero sin verlo. Aún así, los hallazgos fueron muy valiosos, listaron más de 200 especies para la zona, muchas de ellas nuevas para la ciencia, incluyendo corales de aguas frías; surgieron más de 60 artículos científicos y varios integrantes del equipo actual obtuvieron con aquellos datos sus títulos de posgrado.

Hoy están observando el rompecabezas armado, no solo piezas.

Con SuBastian, pueden explorar cómo son los ecosistemas y qué ocurre en ellos. También están llegando a zonas inexploradas. “Estos cañones submarinos, que van entre 1,000 y 4,000 metros, tienen grandes paredes a las que antes no podíamos llegar. Ahora podemos recorrer como un buceo, hacer zoom a especies pequeñas, ver si tienen crías, ver cómo comen, si tienen animales pegados, si viven en una cueva o sobre la superficie, si se entierran. Esta va a ser una campaña, quizás no nos damos cuenta ahora, pero histórica para nuestro país”, detalla el también científico del Conicet, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.

Un lugar donde colapsan dos mundos

El buque está a 300 kilómetros de la costa. Desde allí, el ROV SuBastian, conectado a la nave por un cordón umbilical con cinco líneas de fibra óptica, escudriña en el Cañón de Mar del Plata, uno de los relieves submarinos más grandes del país.

En ese punto se encuentran dos corrientes marinas, dando lugar a la confluencia Brasil-Malvinas. Ambas corrientes redistribuyen la energía desde los trópicos hacia los polos. Su coincidencia crea un entorno singular donde prolifera la biodiversidad y formas de vida únicas.

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Esta estrella de mar debutó en internet a más de 1,000 metros bajo el mar. Schmidt Ocean Institute

La corriente de las Malvinas es parte de la corriente circumpolar antártica. Lleva aguas frías y con muchos nutrientes hacia el norte, de la Antártica a las cercanías del Río de la Plata. Es vital para la pesca del país, valorada en 2,000 millones de dólares. Por su parte, la corriente del Brasil fluye hacia el sur, del ecuador hacia el Río de la Plata. Transporta agua cálida y salada, y no supera los 700 metros de profundidad.

La colisión entre ambas genera una fuerte termoclina: una capa de transición marcada por el contraste de temperatura y salinidad. El Schmidt Ocean Institute señala que esa termoclina genera un montón de pequeñas corrientes arremolinadas y facilita una redistribución masiva del calor que ayuda a regular el clima terrestre.

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ROV SuBastian es operado a distancia y desciende hasta 4,500 metros para filmar todo con alta calidad. Schmidt Ocean Institute

Estos cañones, explica Bugatti, tienen laderas por donde muchas especies migran desde zonas profundas. “Lo mismo puede pasar con el plancton, todavía no lo comprendemos bien”. Con esta expedición, dice, esperan reunir muchos datos sobre la biodiversidad del fondo. Hay especies de interés comercial, como langostas y cangrejos, que en otros países se pescan. Algunos de estos lugares parecen ser sitios de alta diversidad claves para la conservación y la continuidad de las pesquerías, “parecen ser fuentes de larvas para especies que migran a otros sitios”.

En las transmisiones, cada tanto, y en particular cuando el robot se aproxima a una pared marina, escuchamos el entusiasmo de los especialistas que se acercan a la cabina de operaciones a pedir la colecta de algún animal. Su actitud es un respiro frente al contexto nacional, donde el desfinanciamiento de la labor científica no da tregua.

Esta investigación de vanguardia sobre la vida del fondo marino también nos recuerda la importancia de conocer para proteger; esto a dos años del inicio de las exploraciones offshore en busca de hidrocarburos. Hasta ahora, ninguna perforación ha encontrado petróleo en aguas argentinas.

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Para el investigador Gregorio Bigatti, a bordo del Falkor (too), estos campos de remolacha son una de las escenas más memorables de la expedición, por ahora. Schmidt Ocean Institute

Una oportunidad única de ciencia y divulgación

El Falkor (too), que lleva el nombre del dragón de La historia interminable, mide 110 metros de largo y cuenta con ocho laboratorios. Fue construido en 2011 y, en los últimos años, se ha utilizado para establecer parques eólicos marinos en Europa. Ahora lleva plataformas que pueden colocarse durante horas en el fondo del mar para estudiar poblaciones de plancton y anfípodos (pequeños crustáceos) con la intención de entender la conectividad ecológica de la región

Desde el buque se despliega el ROV SuBastian, nombrado como el protagonista de la misma novela fantástica. El robot ilumina las profundidades con la potencia de 150 luces altas de automóvil. Es operado desde la superficie y está equipado con sensores que miden temperatura, oxígeno y profundidad, entre otras variables. Porta cámaras y equipos especializados para colectar muestras de agua y ADN ambiental, material genético que revela qué especies pasan por un sitio, incluso si no fueron vistas directamente.

Además, está equipado con tubos Push Core, diseñados para extraer sedimentos sin alterar su estructura vertical. Estos dispositivos ayudan a reconstruir la historia del ecosistema capa por capa, para analizar la composición química y bioquímica del sedimento, y determinar el tamaño de las partículas, el origen de la materia orgánica y su rol en el ciclo de carbono a distintas profundidades. También se usarán para acusar la presencia de desechos y contaminación por plásticos.

Las muchas herramientas del ROV: dos brazos robóticos, redes, cucharas, un tubo de succión y contenedores con aislamiento para recolectar organismos frágiles. Todo sirve para aprovechar al máximo cada inmersión.

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El ROV tiene diversos compartimentos para guardar muestras de organismos, agua y sedimentos. Schmidt Ocean Institute

La cantidad de metadatos que obtienen por minuto es impresionante. Antes, cuando usaban redes de arrastre, llegaron a encontrar especies a montones, pero no conocían su distribución. El paisaje era un misterio.

En las entrañas del buque, el trabajo no para. Una misión como esta es muy costosa y solo tienen 20 días de expedición para sacar el mayor provecho. Por eso, trabajan en turnos de 12 horas. A bordo viajan 68 personas; además del personal científico, está la tripulación, el personal de cocina y limpieza, ingenieros que mantienen los motores y el equipo de multimedia que hace posible el ya famoso streaming argentino.

La divulgación es clave en esta misión. “Recién vengo de hacer una comunicación con un colegio”, cuenta Bugatti desde la cubierta del barco. “Hacemos mucho ship to shore con el Schmidt Ocean Institute, les mostramos el barco a los colegios”.

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Algo destacable de la campaña científica es observar la relación entre especies. Bajo el ojo y en las tenazas esta langosta alberga pequeños visitantes. Schmidt Ocean Institute

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En lo posible, las especies son filmadas por varios minutos para futuras investigaciones. Schmidt Ocean Institute

También hay un artista a bordo. El profesor Pablo Penchaszadeh, pintor y biólogo marino, “formó a la mitad de la gente que estamos trabajando acá. Uno de los cuadros que más me gustó que hizo él es el jardín de corales”, dice Bugatti.

En el equipo multidisciplinario también hay especialistas del Museo Argentino de Ciencias Naturales ‘Bernardino Rivadavia’, el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras, el Instituto de Biodiversidad y Biología Experimental y Aplicada, el Centro Austral de Investigaciones Científicas, el Instituto de Diversidad y Ecología Animal, e investigadores de las Universidades Nacionales de Buenos Aires, Córdoba, La Plata y Mar del Plata.

“El trabajo de los científicos muchas veces ahora se quiere tergiversar, que no sirve lo que nosotros hacemos o que el cambio climático no existe; todo lo contrario", dice el biólogo. "Hay que financiar estos trabajos de la ciencia, las universidades públicas en el caso de Latinoamérica, seguir apoyando. Que los jóvenes sepan que pueden estudiar, que pueden seguir haciendo aportes a sus países, a las regiones. Latinoamérica es muy diversa, tenemos mucho que cuidar”.

Sigue los divestreams del equipo de Ocean Schmidt a través de su canal de YouTube.