Oleada de muertes prematuras entre los científicos chinos
Du Dogdong, científico de 35 años, se desplomó mientras caminaba por el campus de la Facultad de Ingeniería de Ciencia de los Alimentos de la Universidad de Zhejiang, al este de China, donde trabajaba como investigador y dirigía tesis doctorales. Fue una muerte súbita. La noticia salió recientemente en los medios estatales, aunque no trascendieron más detalles, salvo que el suceso ocurrió en agosto, el mismo mes que falleció repentinamente Huang Kai, un químico de 41 años que trabajaba en un instituto tecnológico de la provincia sureña de Guangdong.
El pasado verano también se informó de la muerte de una prometedora científica y profesora de 33 años de la Universidad de Nanjing. Su nombre era Dong Sijia. Hace una semana, la Universidad de Xiangtan, en la provincia central de Hunan, rindió homenaje al científico y profesor Liu Haolin, quien murió repentinamente con 37 años.
Desde hace unos meses, la opinión pública china ha puesto el foco en las misteriosas muertes prematuras de varios (relativamente) jóvenes y destacados científicos e investigadores de algunas de las mejores universidades y centros académicos del país.
"Estos fallecimientos prematuros han puesto en manifiesto una gran preocupación por las condiciones y el estrés que sufre la comunidad científica y académica en medio de los ambiciosos objetivos de desarrollo en muchos campos técnicos y el despiadado sistema académico", rezaba un editorial del diario Caixin, uno de los medios más reputados del gigante asiático.
Mientras en medios y redes saltaban con frecuencia debates sobre si estas muertes en la comunidad académica seguían algún inquietante patrón, se popularizó una base de datos que registraba muchos de estos casos en la última década, citando al menos 76 investigadores menores de 60 años que habrían fallecido en lo que va de año, en comparación con los 44 de todo el año pasado.
Muchos usuarios criticaron que las familias no habían dado su consentimiento para que se hicieran públicos los nombres y que la base de datos podía provocar un efecto llamada, ya que algunos de los casos que se recogen son suicidios en entornos académicos, donde cada vez hay una mayor presión.
El pasado mayo, un estudio publicado en la revista revisada por pares Preventive Medicine Reports descubrió que, en marcado contraste con la disminución general de las tasas de suicidio en China durante las últimas décadas, los "entornos académicos experimentaron un aumento preocupante de los suicidios".
La investigación analizó en la polémica base de datos los suicidios reportados de estudiantes de posgrado y académicos chinos, revelando que la mayoría se trataba de jóvenes varones de programas de élite de las principales instituciones de investigación del país. Ya en 2022, otro estudio publicado en la revista Science and Technology Talents of China destacaba que las maratonianas jornadas laborales eran una de las principales causas de problemas de salud física y mental entre los investigadores.
A mediados de año, Liu Yongfeng (47 años), investigador en la Universidad de Zhejiang, una de las más prestigiosas del país, murió a causa de una hemorragia cerebral. Su mujer publicó después en un foro de internet una carta en la que se quejaba de que Liu tenía una carga de trabajo excesiva.
"Desde que se incorporó a la Universidad de Zhejiang en 2007 para dedicarse a la docencia y a la investigación, trabajó a un ritmo vertiginoso durante 18 años", señalaba la misiva, apuntando que, entre marzo de 2024 y el 20 de enero de 2025, Liu había trabajado un total de 319 días, cuando el número legal de jornadas laborales para ese periodo no debería superar los 183 días.
En abril, Li Haibo, una profesora de la Universidad de Ningxia especializada en nanomateriales, sobre todo en la investigación de la mejora del rendimiento de almacenamiento de las baterías de iones de litio, falleció repentinamente a la edad de 41 años. Los medios locales destacaron que Li había publicado más de un centenar de artículos en revistas internacionales y que poseía 16 patentes en China y una en Estados Unidos. "Mientras que ocupaba el día con las clases y reuniones, dedicaba las noches a sus investigaciones", dijeron sus compañeros.
Li Zhiming (50 años), profesor de Arquitectura en la Universidad Forestal de Nanjing, también falleció en marzo, el mismo mes que Yang Bingyou (54 años), vicepresidente de la Universidad de Medicina Tradicional China de Heilongjiang. A los 46 años murió también, a principios de año, Zhang Jinlei (46 años), profesora de la Universidad de Aeronáutica de Zhengzhou.
El año pasado fue muy comentada la muerte del científico de materiales Li Haizeng, de la Universidad de Shandong, quien sufrió un ataque de corazón con 34 años. Otros casos reportados en los medios fueron los del biólogo Song Kai, de la Universidad de Nanjing, que se quitó la vida a los 38 años, y Huang Fei (41 años), psicólogo académico de Wuhan.
El diario hongkonés South China Morning Post (SCMP) puso el foco este año en las muertes prematuras de destacados científicos chinos especializados en inteligencia artificial, recopilando una lista desde 2022 que incluye a Sun Jian, ex investigador de Microsoft y científico jefe de la empresa de IA Megvii Technology, quien falleció a causa de una enfermedad repentina a los 45 años. En 2023, Feng Yanghe, experto en IA del sector de Defensa de China y uno de los principales impulsores del software utilizado en las simulaciones del ejército, falleció en Pekín a los 38 años. Ese mismo año también murió Tang Xiaoou (55 años), fundador del gigante tecnológico SenseTime.
En 2024, y con 41 años, falleció de un paro cardiorrespiratorio debido al mal de altura el ingeniero He Zhi, cofundador de Yidu Tech, una empresa dedicada a la consulta médica impulsada por IA. A principios de este año, la Universidad Tecnológica del Sur de China, en la provincia de Guangdong, publicó un obituario del profesor Quan Yu Hui, de 39 años.
Tras la recopilación realizada por el SCMP, varios expertos consultados señalaban que estos fallecimientos prematuros -de personas que se encontraban en la plenitud de su carrera científica- estaban generado una gran alarma por el exigente entorno de investigación al que se enfrentan quienes trabajan en la industria puntera de la inteligencia artificial, clave en estos momentos para la autosuficiencia tecnológica que ansía el Gobierno chino.