Israel, ¿aliado estrecho de Estados Unidos o su "estado 51"?

Nov 17, 2025 - 00:00
Israel, ¿aliado estrecho de Estados Unidos o su "estado 51"?

"Los dos tenemos un ministro de Exteriores judío", dijo el presidente estadounidense, Richard Nixon, hace más de medio siglo a la primera ministra israelí, Golda Meir, en alusión a Henry Kissinger y Abba Eban. Su interlocutora respondió: "Sí, pero mi ministro de Exteriores habla inglés sin acento extranjero".

Esta conversación no sólo refleja la ironía de la primera jefa de Gobierno en Israel, sino también las íntimas relaciones bilaterales desde que el presidente Harry Truman reconociese el Estado judío 11 minutos después de la declaración de Independencia en 1948, pese a la oposición del Departamento de Estado liderado por George Marshall.

Hoy, un abanico de sensibles asuntos despierta la pregunta latente en Israel sobre si su Gobierno puede tomar decisiones contrarias a la postura de su principal aliado o si se está convirtiendo en su "estado 51", como aseguran en la oposición al criticar a Benjamin Netanyahu.

Tras acusar al premier de haber cedido al dictado de Estados Unidos al permitir la salida de 150 miembros del brazo armado de Hamas -aún hoy en túneles en zonas bajo control israelí en la Franja de Gaza-, el dirigente derechista opositor Avigdor Liberman afirma que "Jared Kushner es el primer ministro en funciones de Israel y Steve Witkoff es un miembro del gabinete restringido". Se refiere a los dos asesores del presidente Donald Trump, cuya influencia supera la de casi cualquier ministro en la toma de decisiones de Israel.

Washington no solo es el artífice sino el administrador del alto el fuego que impuso de forma indirecta a Hamas (a través de Qatar y Turquía) y directa a Netanyahu hace un mes. "Siempre hubo dependencia de Israel en Estados Unidos, pero lo que vemos en los últimos meses es más señalado, con hechos sin precedentes", afirma el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Arie Kacowicz, que enumera algunos: "La intervención militar estadounidense en Irán fue puntual, significativa y de hecho llevó a que se terminara la guerra con Israel. Además, vemos influencia de la iniciativa árabe y saudí-francesa en el Plan Trump, y que Washington dispone de una base en el sur de Israel con otros países para supervisar la tregua".

El ataque a Doha, la fecha clave

Kacowicz apunta al ataque fallido israelí contra Hamas en Doha, el pasado 9 de septiembre, como fecha clave. "Tras el ataque, Estados Unidos llega a la conclusión de que no se puede fiar de Israel", comenta a este diario. Tras citar la información de The Washington Post sobre encuentros organizados por el ejército estadounidense en la región con Israel, Arabia Saudí, Egipto, Jordania, Qatar o Bahréin en los últimos dos años, el académico explica que "de repente, un aliado muy importante de Estados Unidos, como Israel, ataca en otro país aliado, como Qatar. La Administración Trump sigue apoyando a Israel, pero llegó a la conclusión de que las decisiones en nuestro país no son completamente racionales o, de alguna forma, van en contra de sus intereses".

En este sentido, hay que recordar la llamada telefónica de disculpa de Netanyahu a su homólogo catarí en la Casa Blanca, ante un complaciente Trump. La creación de una fuerza extranjera en Gaza, internacionalizando el conflicto y permitiendo además cierta influencia catarí y turca (como no deseaba el Gobierno), o el veto estadounidense a una anexión en Cisjordania (como sí deseaba el Gobierno), dan a entender que, en cierta forma, el presidente de Estados Unidos tiene la última palabra en decisiones trascendentales de Israel.

Pero ¿es ya un protectorado o un Estado satélite? "Sería sensacionalista decir que somos un Estado vasallo, primero porque no somos el único caso, pero es obvio que la posibilidad de que Israel pueda tomar grandes decisiones en contra de Washington me parece mucho más difícil", opina Kacowicz. "En estas estrechas relaciones, Israel va perdiendo autonomía y, tras jactarse de tener las relaciones más especiales, ahora parece competir con otros países para ser el aliado más estrecho de Estados Unidos, debido, por ejemplo, a la fascinante dinámica entre Trump y Erdogan, las relaciones con Arabia Saudí y Qatar", añade.

"Cuando estuve en Washington, se dijo que yo controlo la Administración estadounidense y dicto su política de seguridad, y ahora afirman lo contrario: que la Administración estadounidense me controla a mí y que dicta la política de seguridad de Israel. Las dos afirmaciones no son ciertas", replica Netanyahu, que destaca que en el último año ha habido "una alianza sin igual y colaboración con Estados Unidos".

"No somos un protectorado estadounidense", resaltó en presencia del vicepresidente JD Vance durante su visita. Este fue claro: "No queremos un protectorado, sino que Israel sea nuestro aliado". Curiosamente, Netanyahu es criticado por lo que él siempre denunció a otros dirigentes israelíes: ceder a la presión de Estados Unidos.

Kacowicz aclara que no es la primera vez que Washington interviene. "Cuando Israel entra en el Sinaí en la guerra de Independencia de 1948, Estados Unidos le ordena salir. En la campaña de Suez en 1956, Eisenhower y los rusos imponen a Israel retirarse. En la guerra de 1973, la Casa Blanca insta a Israel no destruir la tercera armada para así terminar la guerra como empate. En 1982, Reagan interviene para llegar a un acuerdo y desalojar a la OLP de Beirut. Hay un patrón de conducta, aunque hoy lo vemos de forma más extrema".

La interferencia de Trump en asuntos internos, al pedir el indulto de Netanyahu en el juicio por corrupción, no tiene precedentes y es la mejor prueba del cable político y personal extendido desde la Casa Blanca al premier, con el que mantiene una estrecha y compleja relación más allá del paraguas diplomático y militar al país. Su carta de solicitud al presidente israelí Isaac Herzog, difundida el miércoles, ha encendido aún más el debate.

"Quienes se autodenominan el campo nacional deberían decir también al presidente estadounidense: 'Somos un país soberano, la intervención tiene límites'. No puedes enviar cartas exigiendo el indulto para el primer ministro israelí en un proceso penal", denunció el jefe de la oposición, Yair Lapid, ante los diputados de la coalición. Y añadió: "Somos un país orgulloso y soberano y no el protectorado de nadie".

Netanyahu ha agradecido a Trump que solicitara a Herzog el indulto en su intervención en la Knésset hace un mes y en una carta oficial. No tanto para lograrlo ahora -normalmente el potencial indultado o un familiar directo debe pedirlo tras la condena y la admisión de culpa-, sino para profundizar la crítica interna al proceso de investigación y judicial en su contra iniciada en 2016 y recabar, en año electoral, el apoyo mediático de Trump, muy popular también por su decisivo papel en la vuelta de los secuestrados. Más allá del interés de Netanyahu, Trump está convencido de que ha sido perseguido de forma injusta y política por el estamento judicial, del mismo modo que él lo fue en Estados Unidos.