Los huérfanos rusos de la guerra que terminan en campamentos en Corea del Norte

Aug 25, 2025 - 00:00
Los huérfanos rusos de la guerra que terminan en campamentos en Corea del Norte

A pie de una playa de arena blanca y aguas cristalinas, en la costa este de Corea del Norte, se levanta un campamento de verano que cuenta con un parque acuático, un complejo deportivo, un zoológico, un acuario, un cine, un teatro y un área de recreativos. Este lugar, Songdowon, inaugurado en 1960, se encuentra en la ciudad de Wonsan, popular destino de vacaciones entre los mandamases norcoreanos. El líder supremo, Kim Jong-un, inauguró recientemente cerca del campamento un enorme balneario inspirado en los resorts de lujo de la Costa Blanca, donde funcionarios norcoreanos viajaron en 2017 en busca de ideas, pasando por Terra Mítica y Marina d'Or.

En la plaza principal de Songdowon hay una estatua de Kim Il-sung, el abuelo del actual Kim, rodeado de niños. El campamento, en una extraña maniobra aperturista de uno de los países más aislados del mundo, abrió sus puertas con el propósito de fomentar las relaciones de Pyongyang con otras naciones, sobre todo con aliados de la Guerra de Corea, China y Rusia, que pasaron un par de décadas apoyando los intercambios culturales, aunque estos solo iban en una dirección porque los niños norcoreanos, exceptuando hijos de dirigentes políticos o generales, no se movían de sus casas.

Kim Jong-un dirigió personalmente en 2014 el proyecto de remodelación del campamento para acoger hasta 1.200 niños. Además de rusos y chinos, también han pasado veranos en Wonsan grupos de menores de Vietnam, Tanzania, Mongolia y México. Algunas agencias de viaje con sede en Pekín se encargan habitualmente de mover por estos países las excursiones dentro de la hermética Corea del Norte. El precio tan solo ronda los 250 euros por niño para una estancia de dos semanas, ya que el campamento está subvencionado por el Gobierno norcoreano.

Después de cuatro años con todas las puertas cerradas por la pandemia, Pyongyang comenzó a principios de 2024 a dejar pasar a algunos grupos de turistas rusos. También reabrió el campamento de Songdowon para 250 niños de la región rusa de Primorsky. Eso ocurrió unas semanas antes de que el presidente ruso, Vladimir Putin, visitara Corea del Norte por primera vez en 24 años.

En aquel viaje, hace poco más de un año, Putin y Kim sellaron un acuerdo de defensa mutua que incluía una cláusula que exige que ambos países se ayuden si alguno de ellos es atacado. Tres meses después, Pyongyang envió a más de 11.000 soldados norcoreanos a Rusia para luchar en el frente de la región fronteriza de Kursk.

Durante aquella visita de Putin a la capital norcoreana, todos los focos mediáticos se centraron en el pacto militar, pasando desapercibido unos comentarios que hizo Putin dando las gracias a Kim por acoger en el campamento de Songdowon a los hijos de los soldados rusos muertos en la guerra de Ucrania.

"Quiero agradecer a nuestros amigos coreanos y personalmente al camarada Kim Jong-un por organizar la fiesta de los hijos de los participantes muertos en la operación militar especial en el campamento coreano Songdowon", dijo Putin, utilizando el término al que recurre Moscú para referirse a su ofensiva sobre Ucrania. "Valoramos enormemente este genuino acto de cariño y amistad", añadió.

Este año, en una entrevista con un diario ruso, el embajador de Putin en Pyongyang, Alexander Matsegora, volvió a recordar que muchos "huérfanos de los soldados rusos muertos en Ucrania" habían sido acogidos en el campamento norcoreano. Matsegora también desveló que cientos de soldados rusos heridos en la guerra estaban recibiendo asistencia en hospitales norcoreanos.

"El trato, la atención, la comida... todo lo relacionado con la estancia en Corea del Norte fue absolutamente gratuito. Cuando ofrecimos a nuestros amigos compensar al menos parte de sus gastos, se sintieron genuinamente ofendidos y nos pidieron que no lo volviéramos a hacer", subrayó el embajador.

A principios de julio, en un hotel de lujo a pie de playa en Wonsan, en el balneario de Kim, pasó un par de noches el Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, quien estaba de visita para reafirmar la interesada alianza estratégica entre Moscú y Pyongyang: tropas y municiones a Rusia a cambio de asistencia económica y tecnología militar para el desarrollo del programa nuclear y de misiles balísticos.

La visita de Lavrov a Corea del Norte siguió a un viaje en junio del principal funcionario de seguridad de Rusia, Sergei Shoigu, quien se reunió con Kim antes de anunciar que Pyongyang enviaría miles de trabajadores de construcción militar y desminadores a la región rusa de Kursk para ayudar a reconstruir el área devastada por la guerra. Según apuntó una reciente evaluación de inteligencia de Corea del Sur, el Norte se dispone además a triplicar el número de soldados que luchan por Moscú, entre 25.000 y 30.000 efectivos adicionales que llegarían a Rusia en los próximos meses.