Los 'tories' prometen café, croissant y zumo: Kemi Badenoch trata de reanimar a un partido que se hunde en las encuestas

Oct 10, 2025 - 00:00
Los 'tories' prometen café, croissant y zumo: Kemi Badenoch trata de reanimar a un partido que se hunde en las encuestas

La líder del Partido Conservador británico, Kemi Badenoch, cerró este miércoles la Conferencia de esa formación política prometiendo todo a todos. Hubo algo para cada tipo de votante, ya fuera éste el de los jóvenes agobiados por la falta de acceso a la vivienda, conservadores tradicionales que desconfían del Estado, críticos de la inmigración, o ciudadanos que quieren menos inflación.

Badenoch ha propuesto 'café para todos' y ha añadido, además, croissant y zumo de naranja. El problema es que suena un poco a desesperado, con un partido que, tras doscientos años gloriosos de dominación política en el Reino Unido afronta, por primera vez en su Historia, el riesgo cierto de caer en la irrelevancia. La columnista de la agencia de noticias Bloomberg Rosa Prince resumió en dos detalles el clima de la Conferencia, que es el equivalente de un Congreso de un partido español. Uno: había fotos de Margaret Thatcher, pero no de Badenoch. Y dos: hace un año, tras recibir la peor paliza electoral de su Historia, 3.700 delegados asistieron a la Conferencia. Este año, solo lo hicieron 3.300.

La última promesa de Badenoch fue la abolición del impuesto que grava la compra de viviendas, lo que podría costar a las arcas del Estado unos 9.000 millones de libras (10.400 millones de euros). A eso se suma la eliminación del impuesto de transmisiones patrimoniales en las explotaciones agrícolas y del IVA en las matrículas de los colegios privados.

El boquete fiscal que eso supondría en un país que pugnan para dejar su déficit por debajo del 3% del PIB y vive con un ojo en los intereses de la deuda sería cerrado con creces por medio de recortes del gasto público por 47.000 millones de libras (54.000 millones de euros), que incluirían el despido de empleados públicos, eficiencias en la Administración Pública y recortes de la ayuda al desarrollo, aunque ahí los detalles de los planes de los 'tories' no estaban nada claros.

Fue el colofón de un discurso en el que Badenoch repasó la Historia británica, poniendo énfasis en los momentos heroicos del país y del partido - la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, la era de Margaret Thatcher -, acaso para dejar claro que los conservadores ya han salido de otras travesías del desierto, aunque ésta, con apenas el 18% de los escaños en el Parlamento, sea particularmente dura.

Así que el Partido Conservador quiere, en palabras de su líder, "reconstruir la movilidad social" y "hacer que el Reino Unido vuelva a ser un país en el que, si se trabaja duro, se prospera". Son frases con las que Badenoch persigue un objetivo doble. Primero, presentarse como alternativa radical frente al 'status quo', que es el papel que ha monopolizado el Reform-UK de Nigel Farage, que lidera todas las encuestas. Y, al mismo tiempo, neutralizar las críticas de falta de ideas, que es de lo que le acusa el creciente sector crítico del partido. La cuestión, obviamente, es que una lista tan extensa corre el peligro a sonar a desesperación. Lo cual tendría toda la lógica, si se tiene en cuenta que el 64% de los 'tories' quieren un pacto con Reform-UK y en 46% la fusión con ese partido ultranacionalista.

Badenoch también ha tratado de ser más de Reform que Farage, prometiendo la abolición del objetivo de alcanzar en 2025 el cero en emisiones netas de gases que provocan el 'efecto invernadero', algo que su propio partido estableció cuando estuvo en el poder, y prometiendo reabrir la explotación del petróleo y el gas del Mar del Norte. Y, por supuesto, endureciendo la política de inmigración con la creación de un cuerpo policial modelado en el ICE estadounidense -la policía anti inmigración que está siendo acusada de abusos y uso de violencia- y la expulsión de 150.000 indocumentados al año. La parte euroescéptica quedó cubierta con la promesa de retirada del Reino Unido de la Convención Europea de Derechos Humanos.

Todas esas promesas, sin embargo, llegan sobre el telón de fondo de la mayor caída electoral de los conservadores en su Historia y con la realidad de unas encuestas que les ponen en tercer lugar en intención de voto, muy por detrás de Reform-UK - que casi les saca el doble -, y a unos tres puntos de los laboristas, pero con los centristas del Partido Liberal-Demócrata pisándoles los talones.

El votante 'tory' se encuentra ahora mismo en una disyuntiva doble. Por un lado, su partido es cada día más difícil de distinguir de Reform, así que, ¿por qué no votar directamente a Farage? Por otro, si el votante es centrista o conservador moderado, especialmente en materia social y de relación con la UE, su única opción son los liberal-demócratas. En este momento, el Partido Conservador no parece tener grandes ideas propias, ni un buen líder, ni una base entusiasmada.

En ese contexto, hay otra opción, casi tan desesperada como la de Badenoch: su reemplazo. Robert Jenrick, un conservador de instintos, es la clara alternativa a la líder, que ya ha declarado que no descarta presentarse o respaldar alianzas para "unir la derecha" con Reform-UK, algo que Badenoch rechaza de plano. En la Conferencia, Jenrick se dejó querer por los delegados, pero apoyó en público en todo momento a Badenoch, acaso con la intención de que esta se estrelle en las próximas elecciones municipales de mayo para entonces tratar de derrocarla.

Si lo hiciera, se convertiría en el séptimo líder 'tory' en diez años. Eso genera una imagen casi tan mala como la de Badenoch tratando de resucitar al partido. La idea de diez líderes en una década alimenta un relevo tan rápido implicaría que en 10 años los Tories han probado media docena de rostros sin éxito, alimentando la narrativa de "partido frágil", sin consistencia ni liderazgo institucional. Eso es devastador para votantes indecisos o institucionales que priorizan estabilidad y solvencia. Cada cambio desgasta más la marca, como si cualquier líder fuera emergente y efímero, sin autoridad real. Además, cada nuevo líder tendría que rehacer pactos internos, realinear alas divergentes y asumir la carga de limpiar el desastre previo. El futuro 'tory' es oscuro, con o sin Badenoch.